El pasado 29 de noviembre, el Hospital Gregorio Marañón de Madrid confirmó el primer caso de infección por la variante ómicron de coronavirus en España. En las últimas semanas, los contagios por coronavirus han crecido de forma exponencial en España, de forma similar a como ha pasado en otros países del mundo. Mientras tanto, en Sudáfrica, donde se identificó por primera vez la variante ómicron, los casos comienzan a bajar tan rápido como subieron. Esta nueva variante, que ya es la mayoritaria en Países Bajos y Suiza, entre otros, ha despertado algunas incógnitas importantes a las que la comunidad científica trata de dar respuesta. Aunque, según han confirmado diversos voces expertas, la variante ómicron sería más contagiosa que la delta, parece que los síntomas son más leves, gracias en parte a la vacunación. Además, se están registrando menos hospitalizaciones y muertes que en otras olas.
Preguntados por Mètode, tanto Salvador Macip, médico e investigador de la Universidad de Leicester (Reino Unido) y de la Universitat Oberta de Catalunya, como la investigadora de FISABIO Alma Bracho coinciden en señalar que, aunque el porcentaje de hospitalizaciones es actualmente más bajo que en las anteriores olas, no podemos relajarnos, ya que la alta transmisibilidad de ómicron genera una gran cantidad de casos, que se traducen en más personas hospitalizadas aunque sea en una proporción menor. Y lo mismo pasa con la mortalidad.
Los motivos por los cuales esta nueva variante es más contagiosa que las anteriores aún no están totalmente claros, pero los expertos comparten la idea de que se debe a las partes del sistema respiratorio a las que la mutación del virus afecta. Alma Bracho explica que la variante ómicron infecta principalmente las vías superiores del sistema respiratorio (de la garganta a la nariz), «de manera que al estar en contacto o hablar con otras personas, la persona infectada expulsa más virus». Por eso los síntomas más comunes de esta variante son la faringitis (dolor de garganta) y la secreción nasal. Además, parece que esta variante tiene menos capacidad de quedarse en los pulmones, añade Salvador Macip, lo que contribuye a que sea una enfermedad más leve.
Otro de los motivos por los que esta variante puede estar extendiéndose tan rápidamente es la similitud de sus síntomas con los de otras enfermedades respiratorias habituales que en los últimos dos años han estado menos presentes, como los resfriados normales, típicos de esta época del año. «Esto puede hacer que se confundan las enfermedades, porque los síntomas son parecidos. Por eso son importantes los tests y la cuarentenas hasta estar seguros de qué infección se tiene», asegura Macip. En España se acaba de reducir el tiempo de cuarentena para las personas infectadas, e incluso se ha planteado eliminar la obligación de hacerla cuando la persona que ha tenido contacto con un positivo está vacunada. ¿Son coherentes estas propuestas? Alma Bracho explica que depende de diversos factores, y sobre todo de la situación particular de cada país. La decisión de reducir el tiempo de la cuarentena, desde un punto de vista sanitario, podría justificarse por el carácter más leve de los síntomas y por el menor tiempo de recuperación que de momento están presentando los pacientes. De todas formas, apunta que la adopción de estas medidas no es tanto por los motivos sanitarios como por los económicos: «hay un problema, muchos servicios imprescindibles podrían quedarse sin personal».
Para entender por qué la COVID-19 continua variando y afectando también a las personas vacunadas, es esencial atender a la naturaleza de estas variantes. Los virus experimentan mutaciones, es decir, pequeños cambios, constantemente. En la mayoría de casos, las mutaciones no les afectan, pero a veces una de estas variantes hace que el virus se adapte mejor a su entorno (por ejemplo, contagiando más). Estas mutaciones son las que acaban dominando. El médico Salvador Macip explica brevemente qué hace a la variante ómicron diferente de las anteriores: «Hay tres parámetros principales que nos preocupan de las variantes: que contagien más, que se escapen de las defensas y que causen una enfermedad más grave». La ómicron, comparada con la delta, es bastante más contagiosa, los anticuerpos no la detienen tan bien pero parece que causa cuadros más leves». Por otro lado, Bracho reconoce que, aunque las últimas variantes del virus están presentando una mayor transmisibilidad, de momento no tienen mayor virulencia, lo que nos puede invitar al optimismo y a pensar que la evolución del virus seguirá esta tendencia.
Esto, no obstante, no quiere decir que se espere que el virus desaparezca. «Este virus ha venido para quedarse», afirma Bracho. Pese a ello, la evolución más probable, explica, es que la COVID-19 acabe pareciéndose a los otros coronavirus que existen desde hace años y a los que no hemos prestado tanta atención porque no suponen mucho peligro para la población. Entre la inmunidad obtenida por el contagio y la de las vacunas, explica Bracho, el virus «irá perdiendo importancia, se incorporará en nuestras vidas y nos acostumbraremos». Pero para que esto pase, el proceso de vacunación es indispensable. La investigadora recuerda que en Alemania, donde el porcentaje de personas vacunadas es más bajo que en España, cuentan actualmente con el triple de defunciones por coronavirus. También Salvador Macip remarca la importancia de la inmunización: «la situación de ahora es sin lugar a dudas mejor que la del año pasado, y eso es gracias a la vacunación masiva».