Vicent Salvador: «La divulgación de la ciencia no es unidireccional»
Catedrático de Filología Catalana en la Universitat Jaume I
Vicent Salvador es catedrático de filología catalana, poeta y estudioso de la retórica. Ha centrado una gran parte de su carrera en el análisis de la retórica, los lenguajes y la comunicación del discurso científico. En una reciente charla celebrada en la Universitat de València, reflexiona con el alumnado de Periodismo sobre los principales problemas a los que se enfrenta la comunicación de la ciencia hoy en día y analiza las buenas y malas prácticas comunicativas alrededor de dos ejes principales: el cambio climático y la crisis sanitaria del coronavirus.
Antes de entrar en materia, Vicent Salvador insiste en dejar claro un aspecto esencial en el lenguaje científico: la importancia de la retórica. Tradicionalmente, señala, la retórica se ha asociado a la literatura y a la oratoria política y a menudo el discurso de los actores políticos se considera vacío y con la única finalidad de persuadir y convencer. Por eso, es un concepto rodeado de escepticismo y connotaciones negativas. Muchos científicos piensan que la ciencia tiene que tener un lenguaje aséptico, puro, que tiene que rehuir de recursos como la metáfora. Vicent Salvador encuentra este pensamiento totalmente alejado de la realidad, puesto que la ciencia se trata, al fin y al cabo, de una actividad hecha por personas que forman parte de una sociedad y que, como tales, tienen que vender su producto para conseguir fondos y avanzar en el conocimiento. Pero la retórica no solo es imprescindible para conseguir financiación, recuerda Salvador, sino también para divulgar: «La ciencia es profundamente histórica y social; por lo tanto, su inserción se hace de manera retórica: a partir de debates, divulgación y discursos».
Cambio climático y COVID-19
¿Cómo se estructuran los discursos científicos en la actualidad? Vicent Salvador identifica una dificultad aplicable a las dos grandes preocupaciones científicas del momento, el cambio climático y la pandemia de COVID-19. «El cambio climático es un gran problema; la lucha contra la pandemia es un esprint, pero la lucha contra el cambio climático es una carrera de larga duración» explica. Aun así, en ambos casos –asegura el experto–, existe un corte generacional que dificulta llegar a una voluntad y discurso únicos.
Salvador explica que el discurso que se está formando durante los últimos meses sobre la crisis sanitaria distingue claramente «entre privilegiados y no privilegiados». Así, se acusa los jóvenes de ser imprudentes y no obedecer las medidas de seguridad porque el virus los afecta menos y la mayoría lo pasan sin síntomas o con síntomas muy leves. Mientras pasa esto, se obvian aspectos que sí afectan directamente a gran parte de la población, como la estrecha relación entre índices de pobreza y índices de contagios: «La afectación no depende tanto del código genético como del código postal. Uno de los focos más importantes de infección ha sido la mano de obra que trabaja en condiciones sociales e higiénicas pésimas. Cómo se puede pedir a la gente que se confine si vive en un suburbio, en un piso de 40 metros cuadrados?».
En el caso del cambio climático, el discurso sigue un patrón inverso. Figuras como la de Greta Thunberg han contribuido a alimentar un enfrentamiento entre jóvenes y adultos: buena parte de las protestas por la crisis climática están protagonizadas por jóvenes que denuncian la poca empatía de los adultos en posiciones de poder, que no actúan para parar el cambio climático porque saben que no vivirán tanto como para experimentar sus consecuencias: «Se tendría que hacer lo posible para acoger este discurso, estimulando la solidaridad intergeneracional y haciendo ver que el cambio climático ya nos está afectando. Hay muchos problemas neumológicos, el Mediterráneo está enfermo…». Otro de los motivos del problema de la lucha contra el cambio climático es el «reparto de papeles» que se ha hecho. En líneas generales, buena parte de la derecha política ha adoptado una posición negacionista, mientras que la izquierda lucha para revertir los efectos de la crisis. La ciudadanía, apunta Salvador, se acaba adhiriendo a aquello que dicen sus líderes de opinión o partidos políticos sin cesar-se ellos mismos a analizar el problema y formarse una idea propia.
Pero la dificultad, según Vicent Salvador, no solo reside en conseguir un discurso unánime y crítico, sino también a no perder el tiempo intentando definir quién tiene que divulgar la ciencia. «Siempre se juega con la cuestión de si son los científicos los que tienen que adquirir capacidades comunicativas o si son los comunicadores los que tienen que formarse en cuestiones científicas. Hay científicos –apunta– que son malos divulgadores. La realidad es que la divulgación no es unidireccional, no hay un solo emisor ni un solo receptor, ni se hace de arriba hacia bajo». La sociedad pide respuestas y, para conseguirlas, necesita que se eliminen estos debates que no ayudan a desarrollar un discurso científico amplio y de calidad.