En la década de 1980 surgieron tres subdisciplinas de la ecología: la restauración ecológica, la biología de la conservación y la biología de las invasiones; y las tres abrazaron el paradigma nativista.
Los enemigos naturales están entre los principales impulsores de las dinámicas de biodiversidad pero, a veces, producen graves pérdidas en la mayoría de las cuales los humanos están involucrados.
La riqueza de especies no es homogénea en el espacio y normalmente presenta diferencias cuando comparamos diferentes lugares. Estas diferencias suelen responder a gradientes de uno o varios factores que crean patrones espaciales de biodiversidad y dependen de la escala.
Desde mediados de los años ochenta hasta ahora, la biología de la conservación se ha escindido en dos campos casi independientes: la gestión y la ecología de la conservación. Hemos asistido a la recuperación de las especies amenazadas de gran tamaño y a la disminución de las pequeñas y comunes.
La biodiversidad ha ido cambiando tanto en el espacio como en el tiempo. Por suerte, pequeños organismos conocidos como ‘microfósiles’ nos permiten inferir patrones de biodiversidad pasados de forma detallada.
Por efecto de las condiciones ambientales extremas, la lejanía de los otros continentes y por su profundidad, a causa del peso del hielo continental, la plataforma continental antártica ofrece una gran oportunidad para entender mejor cómo sería un ecosistema prístino.
El concepto de diversidad biológica ha evolucionado desde el mero recuento de especies a cálculos más sofisticados que tienen en cuenta las abundancias relativas e incluso el tiempo de divergencia evolutiva entre especies. En el curso de esta evolución, las formas de medir la diversidad con frecuencia se han tomado prestadas de otras disciplinas.
Los índices tradicionales de diversidad (principalmente riqueza, abundancia y equitatividad de especies) han sido altamente reveladores para el seguimiento de procesos en comunidades y ecosistemas en ecología moderna.
Los seres humanos ya hace tiempo que somos conscientes de ser una especie con gran poder para modificar el mundo natural. Vaya si lo hemos hecho. Pero solo hace unas décadas que la sociedad, con voz firme, se revuelve contra el destrozo llevado a cabo.
La vida está presente en todos los rincones de nuestro planeta. La diversidad es cambiante, en el tiempo y en el espacio, pero está ahí. Entender cómo funciona esta biodiversidad, cómo dependen unos elementos de otros y cómo le afectan los cambios es esencial para tomar decisiones sobre la gestión de la conservación.