Valencia celebra el Día Darwin
El Espai Ciència y la Universitat de València conmemoran la figura del naturalista inglés
Charles Darwin (1809-1882) es más que el padre de la teoría de la evolución. De su mente surgieron algunas de las ideas más revolucionarias de la historia del pensamiento científico, y de su pluma, un extenso trabajo divulgativo, capital en el desarrollo del género científico en el mundo de la literatura. El Día Darwin conmemora cada 12 de febrero –aniversario del nacimiento del naturalista– todas estas aportaciones, ideas que en palabras de Juli Peretó, coordinador del Espai Ciència del Octubre Centre de Cultura Contemporània (OCCC), «configuraron el despliegue científico posterior y todavía continúan vigentes». Un evento que reúne a la comunidad científica de todo el mundo con encuentros, charlas y conferencias que ponen de relieve la trascendencia de la figura de Charles Darwin.
En Valencia, la celebración tuvo lugar el miércoles 8 de febrero en una jornada organizada por el Espai Ciència y la Universitat de València, con tres actos diferentes que destacaron las contribuciones de Charles Darwin en el campo de la biología desde distintas disciplinas. La conferencia «El antepasado común universal», ofrecida por el mejicano Luis Delaye en la Sala Darwin del campus de Burjassot de la Universitat, supuso el disparo de salida de la jornada. Después, por la tarde, la conmemoración se trasladó al OCCC para presentar el proyecto de ciencia ciudadana Saca la lengua dirigido por Toni Gabaldón. A continuación, el Bar de Ciencias «Eue de Neurone», ofrecido en el mismo espacio por la neurobióloga Carmen Agustín con la colaboración de la periodista Reis Juan como moderadora, puso el punto y final al Día Darwin valenciano de este 2017.
Tres actos bien distintos, uno dedicado a la biología evolutiva, otro al estudio del microbioma bucal humano, y un último con el objetivo de dar a conocer el verdadero poder del sentido del olfato, todos configurados alrededor del paradigma que Darwin inauguró en el siglo XIX con sus investigaciones. Una celebración puntual que según Juli Peretó debería trascender más allá de esta jornada, y es que tal y como señala, a Darwin hay que «leerlo, discutirlo, aceptarlo, corregirlo o ampliarlo, no un día al año sino siempre».
El antepasado común universal
A las 12 del mediodía se inició la conferencia ofrecida por el investigador mejicano de genómica evolutiva Luis Delaye, invitado por la Universitat. En una Sala Darwin repleta de público, Delaye hizo un repaso de los avances más significativos que se han conseguido en materia de biología evolutiva desde que Darwin propusiera, en el conocido como su «cuaderno rojo», la idea de un árbol filogenético para representar el desarrollo de la vida a partir de un antepasado común.
Han pasado más de 150 años desde esta primera idea. Ahora, las técnicas de secuenciación y comparación genómica han permitido establecer las tres ramas principales de ese árbol filogenético: Archaea, Bacteria y Eukarya, tres grandes dominios desarrollados a través de la evolución de un mismo antepasado, una historia evolutiva muy similar a la que propuso Darwin en su momento: «La clarividencia de Darwin es espectacular», concluyó Delaye al terminar la exposición. Una charla alrededor del hallazgo de un árbol filogenético en el que quedan incluidos todos los seres vivos del planeta, dejando claro, en palabras de Peretó, que «la biología contemporánea ha hecho realidad el sueño de Darwin».
Un cerebro de olores
Tras unos pocos minutos de cortesía, a las siete de la tarde se dio inicio al último de los actos programados para este Día Darwin 2017. Carmen Agustín, neurobióloga y docente en la Universitat de València, también con experiencia como divulgadora, presentó un Bar de Ciencias dedicado al sentido del olfacto, «Eau de Neurone». Una conversación moderada por la periodista Reis Juan, alrededor de las relaciones entre neuronas y receptores olfativos, y cómo el estudio de los ratones hembra permite comprender con claridad las conexiones entre nariz, cerebro y comportamiento.
«El Bar de Ciencias sobre los olores y sus bases neurobiológicas fue un precioso caso de cómo podemos aprender mucho sobre nosotros estudiando otros animales», valora Juli Peretó. Siguiento con la lógica de la teoría evolutiva, los humnos podemos llegar a entender mejor nuestra propia naturaleza a través de la observación de otras especies con las que, en mayor o menor medida, compartimos parentesco. Una manera de trabajar que responde directamente a la visión evolutiva darwiniana.
