El primer gran incendio de 2023 fue declarado el pasado 23 de marzo en la localidad castellonense de Villanueva de Viver, y hasta el momento ha calcinado 4.700 hectáreas en un perímetro de 55 kilómetros. Este incendio se ha clasificado como un incendio de sexta generación, pero ¿cómo son estos fuegos? Los incendios de sexta generación son capaces de modificar las condiciones meteorológicas de la zona afectada por las llamas y su entorno más inmediato. Son fuegos rápidos y agresivos, en los que las llamas pueden superar la velocidad de 6 km/h, lo que supone entre seis y doce veces la velocidad de un incendio al uso. Artemi Cerdà, integrante del Grupo de Investigación en Erosión y Degradación del Suelo de la Universitat de València, explica que este tipo de incendios «son devastadores, incontrolables, muy peligrosos y de muy difícil predicción en su evolución». La acumulación elevada de biomasa, debido al abandono de espacios forestales y agrícolas junto con las sequías y las altas temperaturas, son los principales motores de los incendios de sexta generación.
El ingeniero Víctor Resco de Dios, en su libro Plant-fire interactions, define estos incendios como «los más destructivos que hemos experimentado hasta la fecha, ya que son capaces de consumir 10.000 hectáreas o más en tan solo 1 hora». La energía liberada por el fuego es tan elevada que genera una actividad piroconvectiva que puede dar lugar a la formación de pirocúmulos o pirocumulonimbos, los cuales colapsan con la bajada de las temperaturas generando un comportamiento del fuego extremadamente errático y rápido. Los incendios de sexta generación son imparables una vez que se desarrollan, y por eso son una de las mayores preocupaciones en cuanto a las labores de extinción.
¿Cuáles son las generaciones de incendios forestales?
Desde la División General de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamentos de Cataluña, Antoni Rifà y Marc Castellnou definieron en 2007 cinco generaciones de incendios según el combustible, las características del incendio (el perímetro, la intensidad y la velocidad de propagación), el contexto territorial y temporal y las acciones que se deben llevar a cabo para su extinción. Los incendios de primera generación se caracterizan por ocupar perímetros largos y tener altas velocidades de propagación, donde el combustible es la masa forestal de baja carga y se relacionan con el abandono de las tierras de cultivo; mientras que los de quinta generación son incendios causados por múltiples focos secundarios y que ocupan grandes masas forestales de hasta 30.000 hectáreas de ancho. En estos, el combustible son bosques homogéneos con altas densidades y continuidad vertical y fincas con capacidad de propagación, y se relacionan con una ausencia prolongada de gestión forestal, así como del aumento de fincas dispersas en terrenos forestales. En 2017, los incendios que tuvieron lugar en Chile, que llegaron a los 60.000 kW/m y quemaron 467.000 hectáreas, definieron una nueva generación, la sexta.
El fuego de Villanueva de Viver se ha producido además fuera de la temporada habitual de incendios forestales. Una situación que los expertos alertan que irá a más como consecuencia del cambio climático, con el aumento general de las temperaturas, las olas de calor y los periodos de sequía. Todas ellas, condiciones que tienen el potencial de influir en los incendios y modificar sus distribuciones temporales.