Ya de antiguo había habido uno en el jardín viejo, bajo el pino piñonero, junto al limonero de más al norte, que daba unas rosas bellísimas, intensamente perfumadas, de pétalos aterciopelados de color rojo oscuro, casi granate, pero lo secamos con una poda equivocada.
La península de los Balcanes es el área más diversa de Europa en cuanto a plantas vasculares: entre 7.000 y 8.000 especies catalogadas. Los habitantes de esta región comparten una herencia en cuanto a usos de los recursos naturales y hablan lenguas similares.
Aunque habitualmente suelen ser como arbustos, los dos llorets –así los llamábamos, llorets– que teníamos en el huerto, dispuestos simétricamente, uno a cada lado del jardín, eran tan antiguos y se habían regado tanto que habían alcanzado un porte poco común, enorme, como de árbol, hasta el punto de que el tronco superaba el medio metro de diámetro.
La pérdida de diversidad agrícola que se viene produciendo desde hace décadas hace urgente la realización de estudios específicos para recuperar y conservar las variedades locales y el conocimiento relacionado con estos cultivos.
Dábamos este nombre a tres plantas ornamentales diferentes que identificábamos por el color de las flores: azul, amarillo o blanco. Pero solo este último, el blanco, era, propiamente, el gesminer, el arbusto delicadísimo cuyas ramas –de corteza leñosa a partir del segundo o tercer año de vida–, para mantenerlas levantadas, necesitaban alguna clase de enrejado, de sombrajo o de pórtico, de pérgola, de valla o de pared.
Raro y gracioso, el zapatito (o zueco) de Venus (o de dama) es un campeón jugando al escondite. Desde el siglo xviii aparece en las publicaciones botánicas para desvanecerse después en largos silencios que niegan su existencia en los Pirineos.
Los ves ahora, enfermos por todas partes, arruinados, destruidos. Quién diría que, resistentes y poderosos, eran la gloria del jardín viejo del huerto: a los dos lados del pasillo central (construido sobre la acequia de riego), claros y embutidos, estallaban generosamente en grandiosas borlas de multitud de flores de cinco pétalos que podían ser de muchos colores –rojas, rosa, lila, salmón, calabaza, blancas– que duraban mucho tiempo y que había que cortar al espigarse para que no quitasen fuerza a la mata.
Los huertos familiares del Pirineo catalán tienen un papel fundamental en la conservación y gestión de la biodiversidad y de los conocimientos tradicionales, pero también en el incremento de la cohesión social y del bienestar, así como en la afirmación de la identidad cultural.
No se habían convertido aún en plantas de jardín. Silvestres, venenosas, funerarias, con una savia blancuzca y espesa que, como leche pringosa, se pegaba a los dedos cuando rompías una rama, con el follaje siempre verde, lanceolado y oscuro, al llegar el verano florecían espectacularmente, exuberantemente, repletas de flores perfumadas, claras o embutidas, blancas, rosadas o ligeramente rojas.
El principal objeto de estudio de los trabajos que se presentan es la recopilación de los conocimientos tradicionales sobre plantas en Formentera y en Mallorca, con especial atención a los usos medicinales y alimentarios, antes de que sea demasiado tarde.