Pocos temas importan tanto como la propia salud y la de las personas queridas. El bienestar y la posibilidad de llevar a cabo una vida plena forman parte de los anhelos legítimos de las personas. Conocer y disponer de las herramientas necesarias, tanto para mantener la salud como para gestionar las etapas de enfermedad, resulta indispensable.
Hay que tener en cuenta que los conceptos de salud y enfermedad han variado y varían a lo largo del tiempo atendiendo a diversos factores como el contexto cultural y político, el estado de la investigación y el conocimiento médico, la capacidad de los propios pacientes para reivindicarse como protagonistas… Y en este sentido, la comunicación tiene un papel fundamental.
Por ese motivo dedicamos un número de Mètode a reflexionar sobre la comunicación en la salud. Un monográfico en el que conocer de primera mano cuáles son los retos de la Health communication, de la comunicación para la salud: cómo se articulan las campañas de promoción de salud públicas, qué función corresponde a los medios de comunicación a la hora de promover hábitos saludables, si hay enfermedades más estigmatizadas socialmente que otras, cómo (no) debe ser la gestión de una crisis sanitaria y cuál es el protagonismo que tienen las redes sociales en la creación de grupos con intereses compartidos en temas de salud.
Cuestiones como las vacunas, la proliferación de productos «milagrosos» para todo tipo de dolencias y de dietas basadas en mitos o el descrédito en ciertos ámbitos de la medicina basada en la evidencia –por citar solo algunos ejemplos– plantean no pocos retos comunicativos. La ciudadanía, más activa que nunca, consume, transmite y crea contenidos sobre salud. Internet, además, permite una circulación mucho más rápida de los conocimientos pero también de la desinformación. Los recientes casos de estafa por parte de un falso enfermo así como la manipulación de una paciente menor de edad en beneficio de sus padres deberían servir para recordarnos la responsabilidad, entre otros, de los medios de comunicación, que han de disponer de unos criterios claros para no caer en la amplificación de estos engaños. La información llega más fragmentada que nunca. Y más que nunca también hay que ofrecer herramientas y guías que nos ayuden a caminar de la mano como sociedad en temas tan importantes.
Una buena comunicación es fundamental en la promoción y mantenimiento de la salud, tanto individual como colectiva. A pesar de la gran cantidad de información accesible que existe actualmente, aún persisten concepciones erróneas en temas fundamentales como las vacunas o la prevención y el tratamiento de determinadas enfermedades graves y crónicas como el cáncer o el sida.