El cambio climático también tiene sesgo de género
El Parlamento Europeo acoge una jornada sobre la perspectiva de género en la transición energética
Las consecuencias del cambio climático las estamos sufriendo toda la población. Desastres naturales y situaciones extremas asociadas al clima, como los «superincendios», la sequía, las tormentas, el desborde de ríos, el augmento del nivel del mar o las olas de calor son cada vez más habituales en todo el mundo. Ahora bien, no todas las personas las sufren igual: de los 26 millones de migrantes climáticos, 20 son mujeres; del total de personas fallecidas por la ola de calor en Francia en 2003, el 65% fueron mujeres. Son solo algunos de los datos que expuso el eurodiputado Florent Marcellesi en la introducción de la conferencia «Climate Justice: Engendering the Energy Transition» (“Justicia climática: Introducir la perspectiva de género en la transición energética»), organizada por Los Verdes/Alianza Libre Europea y celebrada el pasado 19 de octubre en Bruselas, en el Parlamento Europeo.
Un estudio publicado por el Parlamento Europeo en 2015 enumera una serie de problemas para las mujeres debido al cambio climático. Por ejemplo, se explica que en muchos países las mujeres son las responsables de recoger agua para la familia. Si, por la sequía, hay menos agua, las mujeres tienen que recorrer distancias más largas para encontrarla. También se habla de la agricultura y de la responsabilidad de las mujeres de conseguir alimentos para la familia. Si la cosecha falla o disminuye debido al cambio climático, estas mujeres ganarán menos dinero y también tendrán menos alimentos para sus familias, cosa que también influirá en su salud. Y las enfermedades también afectan más a las mujeres porque todavía son ellas las que tienen las principales responsabilidades de cuidado y, por lo tanto, dedican más tiempo a estas tareas. Finalmente, el estatus socioeconómico más bajo de las mujeres o, de nuevo, su dedicación al cuidado de niños y gente mayor, las hace más vulnerables a los desastres naturales.
«Las mujeres están infrarrepresentadas en las cumbres del clima donde se toman las decisiones»
Pero cuando se habla de cambio climático y mujeres, no hay que hacer referencia a ellas solo como víctimas, sino también como agentes o motores del cambio; unos motores con dificultades para funcionar porque, por ejemplo, están infrarrepresentadas en las cumbres donde se toman las decisiones. Y, pese a esto, tienen un paper importante a la hora de luchar contra el cambio climático, gracias a acciones o hábitos distintos de los masculinos. Por ejemplo, según relató Marcellesi, las mujees cogen más transporte público. También citó un estudio realizado en Dinamarca, que revela que «los hombres consumen 130 gramos de carne al día, mientras que las mujeres solo 81», unos datos a tener en cuenta por su relación con la emisón de gases de efecto invernadero con origen en la ganadería. Así pues, las mujeres tienen una huella ecológica menor que la de los hombres.
Uno de los conceptos clave durante la jornada fue el de «justicia climática», que implica abordar el cambio climático no solo como un problema científico, económico o social, sino poniendo a las personas en el centro de la cuestión. La conferencia se estructuró en dos paneles, el primero de ellos dedicado a la dimensión del género en la justicia climática y el segundo a la perspectiva de género en la transición energética europea. A lo largo de la jornada intervinieron personas del ámbito del periodismo, del activismo, de la empresa privada o de la Comisión Europea.
«El cambio climático tiene consecuencias que irán a peor: tormentas más graves, más inundaciones, más olas de calor, incendios… Y no es solo el cambio climático lo que nos tiene que preocupar: es la contamiación y la salud pública, también», alertaba Fiona Harvey, periodista ambiental en The Guardian. Harvey también advirtió sobre la mayor vulnerabilidad de las mujeres al cambio climático, «porque tienen menos independencia financiera y dependen mucho más de los precios y resultados agrícolas, por ejemplo». Además, se refirió al crecimiento de la población como un «problema que todo el mundo sabe que existe pero al que nadie quiere hacer frente».
La COP23, una buena oportunidad
La periodista de The Guardian subrayó la necesidad de investigar sobre el impacto del cambio climático en el género –«No lo estamos haciendo todavía», denunciaba–, así como la importancia de que las mujeres estén presentes en la reuniones. «La COP23 es una buena oportunidad, la más grande desde el acuerdo de París», apuntó. Esta conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático tendrá lugar en Bonn del 6 al 17 de noviembre, dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés).
«La COP23 dedicará un día entero a la cuestión del género»
La COP23 también apareció en la intervención de Fleur Newman, coordinadora de género al secretariado de la UNFCCC. Newman aseguró que «este año estamos en una fase muy interesante sobre el género y el cambio climático». «Habrá un plan de género en la COP23, estoy segura –afirmó–. Lo que nos queda ahora es esperar con impaciencia los resultados». Como mínimo, existe la intención: esta conferencia de la ONU dedicará un día entero a la cuestión del género, según informó Marcellesi. Además, la Presidencia de la COP23 y la Secretaría de la UNFCCC han invitado a todos los países a desarrollar un enfoque nacional para el género y el cambio climático, de manera que contribuyan al desarrollo y la implementación de este plan de acción del género de la UNFCCC.
La red internacional GenderCC – Women for Climate Justice, formada por organizaciones, personas expertas y activistas que trabajan por la igualdad de género, los derechos de las mujeres y la justicia climática internacional». La red estuvo representada en la conferencia por una de sus fundadoras, Gotelind Alber.
Vidas vulnerables
Alber explicó que el trabajo de GenderCC – Women for Climate Justice «se centra en explorar y explicar qué significa, en la práctica, el género tanto en el cambio climático como en las cuestiones de energía». Con esta finalidad han desarrollado una metodología que permita estudiarlo sobre todas las ciudades. «Hacemos una evaluación del impacto del cambio climático en las ciudades, con indicadores, entrevistas… Así abordamos la cuestión del cambio climático con perspectiva de género», porque «todo tiene que ver con el género», sentenció. Además, Alber afirmó que «tendría que existir un derecho a la movilidad, igual que hay un derecho a la vivienda». «Las mujeres tienen menos acceso a vehículos propios, así que hacen más uso del transporte público o se desplazan caminando, pero también está el miedo al acoso o a la violencia», argumentaba.
De esta violencia machista también habló Lola –o Lolita– Chávez, nominada al premio Sakharov 2017. En palabras de Chávez, defensora de los deechos humanos guatemalteca, «las mujeres indígenas, campesinas, rurales, tienen que luchar contra la minería y las empresas eléctricas, pero también contra las opresiones de violencia incluso en las camas, en las casas, en las comunidades». Otro testimonio sobrecogedor fue el de Jannie Staffansson, representante del Saami Council, una ONG formada por miembro del pueblo sami. Staffansson nació en el seno de una familia de creadores de renos, ha crecido «en la generación del cambio climático» y «llevo viviendo con él aproximadamente treinta años». La tranhumancia forma parte de su rutina de trabajo, pero «el invierno en el Ártico ha sido terrible este año»: «Los animales morían ahogados o en nuestros brazos y teníamos que dejarlos atrás, y esto es culpa del cambio climático». Por eso, alertó de la necesidad de una transición energética urgente, pero también justa, que tenga en cuenta la defensa de las diferentes culturas, identidades, idiomas, tierras… «Las decisiones que toman ustedes aquí tiene repercusiones para nosotros», sentenció.
«Vivimos en un sistema que le ha declarado la guerra a la vida, como dice a menudo Vandana Shiva». Así se expresó Nerea Ramírez, coordinadora de Ecologistas en Acción. Ramírez también destacó que nuestras vidas, las de todas las personas, son dependientas. De un lado, «ecodependientes», dependientes de los límites del planeta. De otro, «interdependientes», dependientes de los límites de nuestros propios cuerpos; «Vivimos vidas encarnadas en cuerpos», dijo. Esto se traduce en «la dependencia de unos ecosistemas sanos y del cuidado de otras personas». Para Ramírez, «tenemos vidas vulnerables y el sistema económico vive de espaldas a esta vulnerabilidad». Y, dentro de estas vidas vulnerables y dependientes, «el cambio climático afecta más a las mujeres porque vivimos en un mundo profundamente desigual, en el que las mujeres siguen encargándose todavía mayormente del cuidado de la vida». Pero, como se repitió a lo largo de la jornada, «las mujeres no son solo víctimas, sino agentes imprescindibles en la lucha, una lucha vertebrada por la defensa del territorio», según la coordinadora de Ecologistas en Acción.
Más mujeres, mejores resultados
«La transición tiene que ser rápida y radical, y eso requiere que hagamos las cosas de una manera distinta a cómo las hemos hecho y que las mujeres se impliquen en ámbitos en los que no se han implicado de manera tradicional», dijo Fleur Newman, quien marcó un plazo de cinco años. Cinco años para «implicarlas desde niñas, para tener mujeres cualificadas en el futuro», y cinco años para «inspirarse en experiencias y iniciativas que ya están funcionando, como es el caso de Alemania, que está formando a mujeres en el campo de la energía solar». En esta línia, Gotelind Alber comentó que «la representación de la mujer en el campo de las renovables es todavía menor que en otros ámbitos».
«Vivimos en un sistema que le ha declarado la guerra a la vida, com dice a menudo Vandana Shiva»
Otro de los participantes en la conferencia fue Sven Harmeling, de la asociación humanitaria CARE International. Él, concretamente, es responsable del desarrollo y la coordinación de la promoción y el trabajo polític de CARE en relación con el cambio climático, particularmente en lo referente a los procesos globales de política de cambio climático en las Naciones Unidas. Harmeling no dudó al afirmar que «la participación adecuada y equitativa de las mujeres da mejores resultados».
Como concluyó Marcellesi al terminar la jornada, recogiendo la idea principal de esta, «las mujeres son víctimas del cambio climático, pero también agentes para combatirlo». Y, por eso mismo, «hay que poner la perspectiva de género en el centro de la transición energética» y «conectar las diferentes personas y asociaciones que trabajan sobre este tema». Marcada en el calendario, queda la COP23.