«Por las ramas», el regreso de Manuel Sáez al Jardín Botánico
La Estufa Fría acoge la nueva muestra del pintor
El Jardín Botánico de la Universitat de València inaugura esta tarde «Por las ramas», una exposición de Manuel Sáez. Esta colección de veinticuatro cuadros pretende hacer un retrato del Jardín, pero no sólo de aquello visible a los ojos de cualquiera; el artista intenta ir más allá. Se adentra en los almacenes, en las actividades del Botánico e, incluso, en el interior de las plantas, mostrándonos herramientas utilizadas en el Jardín, paisajes del Botánico y el proceso de germinación de las semillas.
El conservador del Jardín Botánico y comisario de la muestra, Jaime Güemes, destaca el regreso del artista al Jardín veintiún años después de su obra «Trópicos», una muestra de los exuberantes paisajes de la República Dominicana. Aquella exposición hizo que el Jardín se replanteara su política cultural, y se apostó para mejorar las instalaciones y así poder acoger obras de gran renombre, como por ejemplo la Estufa Fría, un antiguo invernadero donde ahora se encuentra esta muestra.
Llama la atención el método de trabajo de Manuel Sáez: «En otra época mi trabajo resultaría normal, hoy en día resulta marciano para muchas personas que me pase 17 meses haciendo rayas», explica el pintor. Su objetivo es traducir su entorno, un entorno que lleva visitando casi cada día durante veinte años. Esto le ha permitido llegar al fondo del Jardín y mostrar una cara totalmente desconocida. Además de estos veinticuatro cuadros que se podrán visitar hasta septiembre, el artista se reserva uno más que mostrará más adelante y anuncia una segunda parte de la muestra que se expondrá en octubre.
La Estufa Fría queda presidida por un poema de Carlos Marzal escrito exclusivamente para la muestra y un montón de colores llamativos llenan cada rincón de esta sala. «La belleza del Jardín es tan grande que cualquier imagen pasaría desapercibida, por eso utilizo colores fuertes», nos comenta Manuel Sáez. El pintor nos explica que utiliza la misma tinta que se usa para hacer grafitis, y que estos colores «aportan emociones fuertes y sustancia a la vida». Sáez se declara un enamorado del dibujo y la pintura, «siento fascinación por este trabajo y pienso que la mano detecta la emoción y es capaz de transmitirla». La magia y la poesía quedan plasmadas en la muestra y el autor lo tiene claro: «las piezas invitan a la intimidad, miran a quien las mira».