Un mundo de bacterias resistentes
El proyecto MicroMundo@UV conciencia al alumnado sobre el peligro del uso inadecuado de los antibióticos
Las bacterias resistentes a los antibióticos se han convertido en una de las principales amenazas para la salud mundial. El uso indebido y excesivo de estos fármacos, en las personas y animales, está acelerando el proceso de resistencia de las bacterias y la pérdida de la efectividad de los antibióticos contra las enfermedades infecciosas comunes. Según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), las bacterias multirresistentes causan 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta a través de una nota informativa que «si no se toman medidas urgentes, el mundo está destinado a una era postantibiótica en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales».
En este contexto, la iniciativa MicroMundo@UV nació en 2017 con los objetivos principales de despertar el interés por la ciencia, mediante el aprendizaje vivencial, y el de acercar la investigación microbiológica a los estudiantes preuniversitarios. Además, otras de las finalidades del proyecto son las de generar sensibilidad hacia la resistencia a los antibióticos y la divulgación sobre el uso indebido de estos. La iniciativa se enmarca en una red internacional en la cual participan centenares de universidades y miles de personas. «Nosotros somos el nodo en la Universitat de València, los que intentan transmitir esta información en los centros de la red universitaria», explica Sergi Maicas, profesor de microbiología de la Universitat de València y coordinador del proyecto en esta institución.
El equipo multidisciplinario MicroMundo@UV está integrado por personal de la Universitat de València adscrito a las facultades de Ciencias Biológicas, Farmacia, Medicina y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería. Desde 2017, este programa ha instruido 140 estudiantes de la Universitat de València que posteriormente han difundido la iniciativa en 23 institutos y una escuela de primaria (Programa Natura-UV), involucrando a unas 900 personas.
El profesor Maicas indica que «además de la tarea de concienciación que lleva a cabo la iniciativa, otra es intentar empoderar al alumnado para que vean que ellos también pueden ser partícipes, aunque de una forma pequeña, en el descubrimiento de nuevos antibióticos». Se obtuvieron más de 7.000 bacterias además de 300 muestras de suelo y se analizaron en los centros mismos para detectar antibiosis, es decir, la interacción de dos o más organismos donde uno de estos sale perjudicado. Aproximadamente, el 1% y el 7% de estos produjeron halos de inhibición para las cepas bacterianas diana Escherichia coli y Bacillus cereus, respectivamente. La geolocalización de los lugares de muestreo y su análisis también permitieron la detección de puntos en el suelo con elevada concentración de bacterias productoras de antibióticos.
En estas charlas en los centros escolares, el equipo de MicroMundo@UV transmitió e informó sobre el riesgo de la creciente resistencia a los antibióticos. Tal como explica Sergi Maicas, las bacterias representan entre el 10% y el 50% de nuestras células en función de la parte del día o de aquello que hemos hecho durante el transcurso de este. «De forma habitual estos son positivos porque nos ayudan y hacen muchas cosas que los humanos no sabemos hacer», puntualiza el microbiólogo. Sin embargo, hay un porcentaje de bacterias que, en determinadas condiciones, pueden causarnos una enfermedad. «Hasta que Fleming descubrió la penicilina, si una de estas bacterias (la cual vivía en nosotros o la habíamos adquirido por el contacto con otros animales o personas) nos causaba una infección, lo más probable era que muriéramos. Básicamente porque la esperanza de vida era muy corta. Cuando se descubrieron los antibióticos, junto con una mejora de la higiene y la alimentación, la esperanza de vida en el primer mundo aumentó», puntualiza el profesor de la Universitat de València.
La resistencia a los antibióticos, un riesgo para la salud global
Sergi Maicas señala que en la actualidad se ha hecho «un uso excesivo de los antibióticos» y así han aparecido las llamadas superbacterias, unos microorganismos que, de forma muy colaborativa, «aprenden entre ellos, transmitiendo su información, hasta que llega un momento en que son capaces de saber cómo funcionan los antibióticos». De esta forma, Maicas apunta que pueden «anular, expulsar o inactivar estos fármacos». El microbiólogo alerta de que «si el problema va a más, dentro de unos años, cosas tan sencillas como dar a luz, una operación de cadera o una infección de orina, podrían ser la causa de nuestra muerte, como pasaba hace cien años».
De cara a una solución para el futuro, el investigador de la Universitat de València argumenta que «la manera no es dejar de utilizar los antibióticos», sino hacer un uso adecuado de los mismos. Maicas explica que «se tienen que utilizar de la forma en que son prescritos desde el centro médico, con el tiempo y la dosis recomendada». Además, destaca que «tampoco tiene sentido utilizar los antibióticos en veterinaria de forma indiscriminada, con el fin de evitar que cualquier animal se pueda contagiar de cualquier microorganismo». «Tiene sentido que nosotros los utilicemos en un parto por cesárea porque las probabilidades de que haya una infección son muy grandes, pero una posibilidad de resfriado sin saber si es originada o no por un microorganismo, no tiene sentido su uso», añade.
Las soluciones que se plantean al problema requieren el desarrollo de nuevos antimicrobianos, así como una mayor solidaridad social ante el problema. En referencia a la concienciación social, el microbiólogo argumenta que «muchas veces la gente hace las cosas porque las ha visto en su entorno», y añade que «en nuestra sociedad, cada vez estamos más concienciados, pero todavía nos falta». «Tenemos ahora una epidemia de coronavirus, donde hay mucho dinero dedicado a esta. Por lo cual, las compañías farmacéuticas tienen interés. Pero si no, de otra forma, descubrir un nuevo antibiótico no les sale demasiado rentable, económicamente hablando. Entonces o hay una concienciación y una colaboración para hacerlo, o el problema lo tendremos encima», concluye.