Entrevista a Àngela Vidal Verdú

«Incluso en el punto más profundo del planeta se han encontrado bolsas de plástico»

Investigadora en el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio) de la Universidad de Valencia y el CSIC.

Àngela Vidal Verdú es investigadora del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), centro mixto de la Universitat de Valeècia y del CSIC, y se acaba de titular en el Máster en Investigación y Desarrollo en Biotecnología y Biomedicina por la Universitat de València . El pasado 1 de marzo, recibió el nuevo premio para jóvenes investigadores de menos de 26 años de Algemesí, por su campo de estudio sobre la bioprospección de los residuos del Mediterráneo, la caracterización de las comunidades microbianas y la búsqueda de actividades degradadoras del plástico.

«En el laboratorio donde colaboro actualmente, investigo en microbiología aplicada y bioprospección», explica Àngela Vidal. «La bioprospección hace referencia a la búsqueda de microorganismos de interés para el ser humano y el estudio de ciertos ambientes donde se puedan encontrar estos».

La joven investigadora no sólo ha trabajado con bioprospección de residuos plásticos, sino que también ha tenido otras experiencias, como hacer el Trabajo de Fin de Máster sobre ingeniería metabólica en un laboratorio de microbiología de Dinamarca.Los jóvenes investigadores, según opina Vidal, viven «en un mundo incierto y muy inestable», pero ella, de momento, inicia una nueva etapa en septiembre, cuando comenzará a desarrollar su doctorado en investigación de microorganismos degradadores de plástico, en el laboratorio de Biotecnología y Biología Sintética de Juli Peretó y Manuel Porcar en el I2SysBio. A los jóvenes que están planteándose desarrollar una carrera científica, Vidal les da un consejo: «buscar siempre varias alternativas y no desmotivarse».

En referencia al trabajo con el que ganó el Premio de Algemesí, ¿que son los microplásticos y por qué es tan importante su estudio?

En nuestro trabajo nos centramos más en macroplásticos; sacamos botellas y otros residuos plásticos enteros de la playa de la Malvarrosa [en Valencia], y entonces estudiamos las comunidades microbianas que estaban presentes. Se estima que la cantidad de plástico que entra de manera anual en los mares y océanos a escala mundial es de 8 millones de toneladas, según los datos más recientes del año 2010, es decir, un 3% del plástico que se produce anualmente. Sin embargo, se ha comprobado que esto no concuerda con la cantidad de plástico real que hay en la superficie marina: el plástico se rompe. Los microplásticos son los fragmentos en que se han roto estos residuos más grandes, y no superan los 5 mm de tamaño. Lo que ocurre con los microplásticos no se conoce de forma exacta: sí se sabe que son ingeridos por los organismos marinos y que aquellos que son filtradores, como pueden ser los mejillones, actúan como reservorio de este tipo de materiales. Además, también se ha visto que los microplásticos están por todas partes: han aparecido en diferentes muestras del mundo, incluso en el Himalaya, que es una zona que debería estar muy poco contaminada.

¿Cómo afectan estas tasas elevadas de contaminación en la salud humana?

No está claro. La preocupación en este ámbito aumenta, se ha comprobado que pueden asociarse con sustancias tóxicas debido a la hidrofobia de los microplásticos, de este modo no estaríamos ingiriendo sólo el propio plástico, sino también estos compuestos adheridos. Otra consecuencia de la ingesta de microplásticos es como podría afectar a la propia acumulación física de estos en nuestro organismo, sin embargo, aún no conocemos el efecto real; este tema se está empezando a estudiar. Lo que sí se sabe es que es evidente que los estamos ingiriendo, por ejemplo, en la sal marina o en el marisco, pero no se conoce su repercusión exacta.

Àngela Vidal / Foto: Andrea Casas

Y en cuanto a la biodversidad, ¿cuáles son sus efectos?

Si hablamos de biodiversidad animal, en este caso se conocen más estudios al respecto pero, del mismo modo, no está claro cómo es afectada por la acumulación ni el efecto de los microplásticos. Por supuesto, los animales marinos conviven con nuestros residuos plásticos, los ingieren porque no son capaces de distinguirlos de su alimento natural, además de quedar atrapados entre ellos. Incluso, los han empezado a utilizar, por ejemplo: hay cangrejos ermitaños que los utilizan de vivienda como si fueran una concha de caracol. Ahora es cuando se está empezando a estudiar este tema y, de momento, no hay nada cierto. Sin embargo, seguro que acabaremos conociendo los efectos perjudiciales y negativos de nuestros actos, ya que, como sociedad, hemos permitido que nuestros hábitats naturales lleguen a estos niveles de contaminación.

¿Cuál es la problemática de la contaminación por plásticos en el mar Mediterráneo?

Debido a las corrientes, hay zonas donde los plásticos tienden a acumularse más, tanto en la superficie como en el fondo marino. En la zona del mar Mediterráneo y, en concreto, en la costa de Valencia, hay muchos desechos acumulados que se encuentran a un kilómetro mar adentro y a unos doce metros de profundidad, aproximadamente. Se trata de una zona de acumulación en el fondo marino donde, a pesar de que el plástico es mayoritario, hay de todo, como sofás, sillones e, incluso, urnas de incineración. Hace algunos años, acudió un grupo formado por unos 400 buceadores, los cuales sacaron kilos y kilos de estos materiales. El problema en general es que hay muchísimos vertederos, mucho residuo no controlado, no se recicla… y, cuando llueve o hace viento, todo va a parar a los ríos, que desembocan en el mar. Los ríos son la entrada principal de plástico en los mares y océanos. De cualquier manera, no creo que haya un problema en el Mediterráneo en concreto, sino que se trata más bien de una cuestión mundial. Por ejemplo, en el océano Pacífico hay una isla gigante de plástico, llamada el continente de plástico, cuyo tamaño se calcula que se encuentra entre la superficie de Francia y la agrupación de España, Francia y Alemania juntas, según diferentes fuentes de información. Pero todo esto es respecto a macroplásticos, los microplásticos ya están por todas partes, sin excepción.

¿Cuál es el efecto de las acumulaciones de residuos plásticos en una determinada zona a causa de las corrientes oceánicas u otros factores, como en el caso del continente de plástico del Pacífico al que has hecho referencia?

Se están creando ambientes que antes no existían, se modifican los ambientes naturales. Desde el punto de vista microbiológico, esto implica que los microorganismos preexistentes, dada su tendencia a adaptarse a todo, también se adaptan a estos nuevos ambientes. El efecto que tendrá esto ya no sólo por estos microorganismos sino a nivel general es una de las cosas que tampoco se pueden predecir con certeza. Hay muchos grupos de investigación científica que estamos explorando estas comunidades microbianas para saber cuál es el grado de perturbación del ambiente, por si el plástico tiene algún tipo de característica que hace que se seleccionan ciertas comunidades microbianas que no se habrían seleccionado si éste no se acumulará.

Àngela Vidal / Foto: Andrea Casas

¿Este tipo de contaminación es capaz de alterar también las capas más profundas de los océanos o sólo afecta a las más superficiales?

Plástico hay en todos los rincones del mundo. Incluso en el punto más profundo del planeta, la fosa de las Marianas, se han encontrado bolsas de plástico. Se estima que para el año 2050, con el ritmo actual de producción de plástico, habrá la misma cantidad en masa de plástico que peces dentro de los mares y océanos.

Actualmente, ¿se ha producido algún avance en cuanto a actividades degradadoras de plástico por microbiota marina?

Cada vez hay más grupos estudiándolo porque esta es una gran problemática, y la comunidad científica tiende a solucionar los problemas sociales. Se han descrito diversos microorganismos degradadores de plástico, pero el más famoso y el más importante es una bacteria que se encontró en una planta de reciclaje de plástico de Japón, Ideonella sakaiensis, adaptada a deshacer plástico gracias a su enzima PETasa. El nombre de esta enzima viene dado por el polietileno tereftalato o PET, que es el plástico más común de un solo uso, porque es capaz de degradarlo. El problema al que nos enfrentamos la comunidad científica ahora es la baja eficiencia de degradación; no es fácil deshacerse plástico, ya que se trata de un material hidrofóbico y muy inerte químicamente, y los microorganismos suelen necesitar grupos reactivos para empezar a romperlo. Por lo tanto, sí que ha sido un gran avance descubrir un microorganismo que ya tenga enzimas adaptados a degradar plástico, pero seguimos teniendo el problema de que son poco eficientes. Ahora hay que seguir trabajando en este campo para conseguir encontrar nuevas actividades que degraden diferentes tipos de plástico y para mejorar la eficiencia de degradación de estas enzimas de manera que puedan tener una aplicación real.

© Mètode 2019
Estudiante del Máster en Biodiversidad: Conservación y Evolución (Universitat de València).