¿Qué sabemos de nuestro cerebro?
Xurxo Mariño analiza en La Nau las claves de la investigación neurocientífica desde sus orígenes
Más o menos en la misma época en que Isaac Newton asentaba las bases de la física, Renée Descartes especulaba que el punto de control de las capacidades cognitivas del ser humano se situaba en la glándula pineal, una pequeña glándula ubicada en el centro del encéfalo. Esta comparación bastante desfavorable para el filósofo francés servía a Xurxo Mariño para mostrar cómo el estudio y la comprensión del cerebro humano siempre ha ido muy por detrás –respecto a otras disciplinas científicas– en la obtención de certezas, todavía hoy. Al inicio de su ponencia «En busca de la mente» celebrada en el Aula Magna del Centre Cultural La Nau el pasado miércoles 5 de junio, el biólogo gallego señalaba que descubrir cómo 86.000 millones de neuronas pueden producir la mente autoconsciente es una de las grandes cuestiones pendientes de la ciencia, posiblemente «la gran cuestión», juntamente con qué había en el universo antes del Big Bang.
«Estamos muy lejos de saber por qué los humanos hemos desarrollado, biológicamente y culturalmente, el lenguaje»
Profesor de la Universidad de la Coruña y reconocido investigador y divulgador científico, Xurxo Mariño cautivó al público en la Nau con una conferencia amena y didáctica sobre los misterios de la mente humana, la cual se basa en tres pilares: la autoconsciencia, el pensamiento simbólico y el lenguaje. Tres aspectos que nos definen como humanos y de los que nos queda todavía mucho por descifrar. «Estamos muy lejos de saber por qué los humanos hemos desarrollado, biológicamente y culturalmente, el lenguaje» afirmó. Mediante unas espectaculares animaciones de la estructura del cerebro y sus células estrella, las neuronas, Mariño mostró a la audiencia la inmensa complejidad del sistema cerebral y la frenética actividad neuronal. Si embargo, apuntó, todavía hoy casi toda la información precisa sobre el funcionamiento del cerebro proviene de la investigación con animales. De hecho, los revolucionarios estudios del premio Nobel Santiago Ramón y Cajal sobre las conexiones neuronales se basaron en el análisis del cerebro de todo tipo de seres vivos; sobre todo, claro está, los mamíferos.
En cambio, la investigación con seres humanos ha ido produciéndose «a lo bruto». En este sentido, Mariño dio un buen número de ejemplos curiosos de pacientes accidentales que –normalmente a través de alguna desgracia– habían terminado proporcionando de manera involuntaria información sobre la ubicación de las funciones cerebrales, como el conocido caso de Phineas Gage, el comportamiento del cual cambió drásticamente cuando una barra de hierro le atravesó la cabeza y le produjo importantes daños en la zona del córtex prefrontal, hecho que asentó la idea de que en esta zona se sitúa la capacidad de tomar decisiones de forma sensata y racional. También citó la historia de Henry Molaison, a quien con 27 años se le practicó una cirugía en la que se le extirpó el hipocampo y otras regiones del lóbulo temporal, cosa que truncó para siempre su capacidad de recolectar memorias a largo plazo.
Según Mariño, estos casos y otros han servido para «poner banderitas», es decir, señalar aproximadamente dónde ocurre «qué», pero descubrir cómo las neuronas gestionan este «qué» continua siendo un hito lejano. Aunque las nuevas técnicas de imagen digital, como las resonancias o las tomografías por emisión de positrones (TEP), están abriendo una puerta de acceso no invasivo al cerebro, su resolución todavía dista de arrojar los resultados deseados.
Sin embargo, según Xurxo Mariño, si queremos saber cómo se origina la mente autoconsciente a través de las neuronas, no solo tenemos que mirar hacia dentro de nosotros mismos: en referencia a su artículo para el número 101 de la revista Mètode –el primero de su nueva sección «Materia oscura»–, Mariño citó el caso de Helen Keller, una niña sordociega estadounidense nacida en 1880 que, gracias al apoyo y enseñanza de su institutriz Anne Sullivan, consiguió romper el aislamiento al que su condición la sometía. Según afirmaba la misma Keller, una vez pudo interaccionar con el resto del mundo, tomó conciencia de ella misma también como individuo. Por lo tanto, concluyó Mariño, es muy posible que «la individualidad, paradójicamente, surja de la interacción con los otros».
Con esta reflexión, Xurxo Mariño cerraba no solo su conferencia, sino el ciclo «Los grandes retos de la ciencia», organizado por Mètode junto con la l’Escola Europea de Pensament Lluís Vives con motivo de los 100 números de la revista. Un colofón de lujo para un ciclo por el cual han pasado también Maxwell Boykoff, Carme Torras, Pere Puigdomènech y Gemma Marfany, todos con importantes reflexiones sobre las cuestiones pendientes en la ciencia que han compartido con el público de La Nau y las lectoras y los lectores de Mètode.
*Actualizado el día 10 de junio de 2019