Criogenización humana: Los vendedores de humo de nitrógeno líquido

Múltiples empresas promocionan con entusiasmo la criopreservación de cuerpos humanos para reanimar en el futuro, sin explicar las barreras actuales que impiden que su objetivo se cumpla.

Hace unos días, múltiples medios de comunicación se hicieron eco de una cumbre internacional sobre criopreservación en Madrid, que tenía lugar entre el 12 y el 13 de noviembre. El evento, estrechamente vinculado a empresas, sirvió para promocionar dicha técnica de preservación del cuerpo humano que se encuentra en estos momentos dentro del terreno de la ciencia ficción.

En la actualidad, en torno a quinientos fallecidos (cuatro de procedencia española) están conservados en nitrógeno líquido en diez centros en diferentes lugares del mundo, con la esperanza de que en el futuro se puedan resucitar y curar las enfermedades que provocaron su muerte o revertir su envejecimiento. Por ahora, este procedimiento no es legal en España.

José Luis Cordeiro, uno de los participantes en la cumbre, explicó en Antena 3 el procedimiento, a grandes rasgos, para congelar a una persona fallecida. Cuando se produce la muerte, se le aplica hielo para bajar la temperatura corporal y se realiza un masaje cardiopulmonar para mantener el flujo de sangre en el cerebro y en los principales órganos vitales. Posteriormente, el cuerpo se lleva a una ambulancia especial (de las que hay cuatro en Europa). Allí se perfunde una solución crioprotectora a través de las venas y, por último, se sumerge el cuerpo en un tanque con nitrógeno líquido a -196 ºC.

Por el momento, no se ha intentado «resucitar» a ninguno de los cuerpos congelados, porque tal acción sería un rotundo fracaso. Aunque las empresas que prestan servicios de criopreservación lo publicitan como una «segunda oportunidad para la vida», lo cierto es que ninguno de los individuos congelados en la actualidad conseguirá alcanzar este esperanzador sueño. Quizás sea posible para las personas que se congelen en el futuro, pero ahora es imposible por dos razones médicas, aun considerando el futuro más optimista en el que se pueda revertir el envejecimiento o la medicina pueda curar enfermedades hoy incurables.

En primer lugar, la muerte biológica, en la que se produce un daño generalizado e irreversible del cerebro, es el punto final definitivo para nuestra vida, independientemente de que haya o no criopreservación. No tenemos un cerebro, somos nuestro cerebro y en el momento en el que hay muerte cerebral, dejamos de existir, aunque el cuerpo permanezca. Criopreservar a una persona con muerte cerebral es, por tanto, una empresa inútil. Si, por otro lado, la persona está en un proceso de parada cardiorrespiratoria, en el que aún no se han producido daños cerebrales, el proceso de congelación debe ser extremadamente rápido para que no llegue a darse la muerte cerebral. A temperaturas normales, la muerte cerebral se produce cuando este órgano deja de recibir oxígeno y nutrientes durante más de cuatro o seis minutos.

Si se realiza un masaje cardiopulmonar y se disminuye la temperatura corporal se puede extender este proceso a unas horas antes de que se den daños generalizados. Así que todo el protocolo de criopreservación debe ser muy veloz para conseguir congelar a la persona antes de que se dé la muerte cerebral. Según la causa de la muerte, puede que esta atención precoz no sea posible y el cliente que pagó por la criopreservación no tenga opción de congelarse sin muerte cerebral.

Más allá del obstáculo anterior, otra barrera incluso mayor en la actualidad para criopreservar cuerpos humanos completos son los graves daños multiorgánicos que provoca el proceso de congelación, incluyendo el cerebro. Las empresas del sector afirman que ya es posible congelar espermatozoides, óvulos, embriones y órganos de pequeños animales mediante técnicas como la vitrificación . En este procedimiento se aplica una o varias sustancias crioprotectoras para evitar el daño por la formación de cristales de hielo, la deshidratación y la alteración de proteínas.

Aunque la vitrificación tenga éxito en células como óvulos y espermatozoides, no es posible en la actualidad en órganos humanos, ni mucho menos en cuerpos humanos completos porque se producen daños masivos en las células y en los tejidos. Por esta razón, los clientes criopreservados con las técnicas actuales no serán viables para despertar nunca.

Cada tipo de célula requiere unas condiciones de congelación diferentes y con toda la diversidad celular que hay en el cuerpo humano aplicar una misma solución crioprotectora para todas las células por igual solo lleva a un daño masivo en multitud de órganos. Además, la difusión de las sustancias crioprotectoras por el cuerpo humano es limitada. Esto implica que habrá células a las que no llegue nada o casi nada de crioprotectores, por los que estas estallarán por la formación de cristales. Otras células que reciban los crioprotectores en mayor concentración, sufrirán de forma notable sus efectos tóxicos.

A las limitaciones médicas anteriores hay que sumar otros obstáculos prácticos. ¿Quién garantiza la supervivencia de las empresas de criopreservación durante décadas o siglos? Las volatilidades económicas que aparecen con el paso del tiempo pueden poner en bancarrota a cualquier empresa en cualquier momento dejando a sus congelados clientes a su suerte.

No es posible saber si en el futuro se desarrollarán técnicas de criopreservación que eviten daños graves en el cuerpo humano. Solo es seguro que las técnicas actuales no lo consiguen. Esto, junto con la posibilidad de que se pueda revertir el envejecimiento, curar enfermedades o regenerar tejidos u órganos, convierte a las empresas de criopreservación en un negocio basado en promesas tan extremadamente optimistas que entran por completo en la ciencia ficción. Aun así, nunca faltarán interesados en destinar grandes cantidades de dinero por una mínima posibilidad de alcanzar una vida más longeva o incluso la inmortalidad.

© Mètode 2022

Doctora en Medicina Regenerativa y comunicadora (Madrid). Autora de Si escuece, cura (Cálamo, 2019).