Un año más, ciencia y literatura se funden y combinan en el concurso de relatos cortos Inspiraciencia. Antes del 21 de junio, todas las personas que quieran participar podrán enviar sus relatos de inspiración científica en castellano, catalán, gallego y euskera.
Como género literario, el currículum parece algo menor, pero pocas cosas escribimos en la vida que tengan un impacto más grande en todo lo que nos pasa.
Alicia hace un viaje en el que aparecen peculiares personajes que le dicen lo que tiene que beber o comer. ¿No parece todo eso un viaje psicodélico inducido por las drogas?
Estamos acostumbrados a una divulgación en la que un experto seduce al gran público con recursos narrativos y, una vez captada su «víctima», le tiende una emboscada científica. Este libro no hace eso. Es literatura, o quiere serlo. Por otra parte, huele a periodismo, pero tampoco es un compendio de reportajes.
No es extraño encontrar libros al lado de contenedores o decorando bares modernos. Y es una lástima, no solo por el valor intrínseco de los libros.
Siglos antes de que Armstrong y Aldrin llegaran a la Luna, varios personajes de ficción ya la habían pisado. A falta de medios reales para hacerlo, la literatura podía facilitar el viaje.
En la literatura científica el nazismo es un poco como el cerdo: todo se aprovecha, como lección ética, como ciencia ficción o como fuente de datos experimentales.
Si buscamos obras en las que los elementos químicos tengan un papel destacado en la trama, no nos faltará material.
En ciencia las excepciones pueden ser una mina de oportunidades o una gran pérdida de tiempo, y no hay forma fácil de distinguirlas por adelantado.