Entrevista a Andreu Escrivà
«La vida de los jóvenes cambiará más por el cambio climático de lo que la mía ha cambiado por Internet»
Ambientólogo y divulgador
El ambientólogo valenciano Andreu Escrivà i Garcia ha transformado su lucha para informar sobre el cambio climático, que llevaba a cabo desde la trinchera de su blog, en un libro que fue reconocido con el XII Premio Europeo de Divulgación Científica Estudio General. Con Encara no és tard (Bromera, 2016) sintetiza un análisis y un mensaje esperanzador sobre el cambio climático, que plantea al lector que la solución está en su mano. Ha formado parte del Comité de Expertos del Cambio Climático de la Comunidad Valenciana hasta que anunció que abandonaba su cargo de asesor después de un año sin ninguna reunión ni movimiento. Lleva desde marzo recorriendo los pueblos de la Comunidad Valenciana y parte de España, siguiendo con su empeño de que la gente hable sobre cambio climático y tome conciencia de un problema que es de todos.
¿Por qué decide escribir un libro sobre cambio climático?
Creo que saber escribir claro es algo que hace falta en el periodismo científico y en los que hacemos ciencia. Escribir es difícil pero saber qué quieres escribir lo facilita mucho. Como decía Rafael Chirbes, «ningún camino es bueno si no sabes dónde vas» y yo lo que tenía claro es que no hay un conocimiento real de qué es el cambio climático. Por ejemplo, muchos todavía piensan que el cambio climático y el agujero de la capa de ozono están relacionados. Fui a los estudios sociológicos –que desgraciadamente son pocos, antiguos y casi todos en entidades privadas– y vi que efectivamente tres de cada cuatro españoles piensa que hay una relación. Aquí está fallando algo en la forma de transmitir. Y yo defiendo que cuando el mensaje no llega bien no es culpa del receptor sino del emisor.
¿Qué está haciendo mal el periodismo?
En el libro hablo un poco de periodismo desde mi experiencia. En él hay una gráfica de un estudio en la que se ve que las piezas de información sobre cambio climático se corresponden principalmente con informaciones de decisiones políticas sobre el cambio climático, grandes cumbres internacionales, el fracaso de las mismas… Pero no se corresponde con el cambio climático. Los periodistas no están contando el cambio climático. También hay una tendencia a buscar el uno contra el otro. Ahora ha salido un hombre en Youtube que dice que la Tierra es plana y que se ha puesto a discutir con Pedro Duque. ¿Por qué se da tanto protagonismo a este señor? Es bailarle el agua. Cuando en una tertulia metes a uno que dice que el cambio climático es verdad y otro dice que no, la percepción que tiene el espectador es que los científicos no lo tienen claro. Sé que los periodistas tratan de dar una visión de imparcialidad. El problema es que ambas partes no están en igualdad de condiciones. Porque el que dice que existe el cambio climático tiene el apoyo del 98% de la comunidad científica y todos los hechos son comprobables, y el que dice que no, no se sabe de dónde sale, de dónde saca los artículos o quién le paga. Esto no es ofrecer mejor información. Se debe dar una visión de la realidad, no una falsa equidistancia.
«Disminuir el consumo de carne es más transformador que dejar el coche. Estamos dando las pistas equivocadas a la gente»
Entonces, ¿cómo se debe hablar sobre cambio climático?
Cuando se cuenta el cambio climático y hablamos del oso polar, la gente percibe que es un problema lejano. No, es un problema humano, es un problema nuestro. Además, es un problema colectivo. La solución no es individual, no es cosa de que uno en su casa separe el plástico o utilice bombillas de bajo consumo. Es un problema colectivo con soluciones colectivas. Por ejemplo, en un supermercado inglés había, hace años, una campaña para incentivar el consumo de bombillas de bajo consumo en la que a cambio de llevar la bombilla de filamentos ganabas puntos para un viaje en avión. El problema es que diez kilómetros en avión contaminan más que todo el ahorro que puedes hacer en tu casa durante toda la vida porque es el medio de transporte más contaminante. Además, estamos hablando de coches o de reciclar el plástico pero no hablamos de alimentación. El día que en la India se pongan a comer vacas, tendremos un problema. Las vacas que existen ahora mismo en el mundo emiten más que todos los coches, camiones y barcos. La carne que producimos representa el 18% de las emisiones. Dejar de comer carne o disminuir el consumo de carne roja es mucho más transformador que dejar el coche. Estamos dando las pistas equivocadas a la gente.
¿Qué falla en la lucha contra el cambio climático?
La pregunta sobre el cambio climático no es si estamos o no en cambio climático, si existe, si los causantes somos nosotros o qué soluciones tiene. La pregunta es por qué demonios estamos tardando tanto en aplicar las soluciones que ya conocemos a un problema que está detectado desde hace tiempo. ¿Qué está fallando? He leído mucha filosofía, sociología, psicología, derecho… Y he llegado a la conclusión de que al final las grandes petroleras no son las culpables, aunque siempre están ahí evidentemente; el primer culpable de que no hagamos nada contra el cambio climático es nuestro cerebro, que no lo percibe como un riesgo. La vida de los jóvenes cambiará mucho más por el cambio climático de lo que lo ha hecho la mía por Internet. La diferencia es que en el año 1985 no podíamos saber cómo Internet cambiaría nuestras vidas, pero ahora sí podemos saber cómo cambiarán por el cambio climático: cómo hacemos deporte, cómo nos alimentamos, dónde viajamos, dónde vivimos… Todo esto cambiará por el cambio climático si no hacemos nada. Hay una frase que dice que tenemos un cerebro de la edad de piedra, unas normas de la Edad Media y una tecnología de civilizaciones alienígenas. Nuestro cerebro está preparado para detectar a un león en la sabana. Tenemos una percepción muy rápida de riesgos a corto plazo y muy mala de riesgos a largo plazo.
«El primer culpable de que no hagamos nada por el cambio climático es nuestro cerebro, que no lo percibe como un riesgo a corto plazo»
¿Encontramos por fin un libro optimista sobre el cambio climático?
Mi libro no es optimista, es esperanzador. Yo siempre he sido muy catastrofista con el cambio climático, pero al final te das cuenta que el catastrofismo no funciona. Lo que quiero dejar claro es que tengo esperanza porque sí veo que hay suficientes elementos para poder, ya no revertir, pero sí frenar el cambio climático. Y digo frenar porque no conseguiremos volver a temperaturas del siglo XIX. La Tierra se ha calentado ya un grado, en el mejor de los casos se calentará uno y medio y podemos pararlo en función de lo que hagamos para ganar tiempo y poder adaptarnos. Porque el mar subirá, hay previsiones que dicen que subirá 50 centímetros. Y con 50 centímetros aún conservas la Albufera pero igual la playa de la Devesa puedes perderla. Y si no hacemos nada, no serán 50 centímetros, serán 2 metros y esto es un lío enorme. Y no sólo hablamos de previsiones. Estamos hablando de un paisaje que ya está cambiando y desapareciendo. Y si es un cambio muy rápido no podremos adaptar ni la agricultura, ni el turismo, ni los edificios, ni el trabajo, ni las ciudades, ni la gastronomía….
¿Concienciar sobre el cambio climático es tarea sólo de los periodistas?
Lo que hay que hacer es activar interruptores sociales, y en ello tanto los periodistas como los científicos tienen papel. Creo que en el caso del cambio climático ya no es viable estudiar cuestiones relativas a este y no comunicarlas. ¿Cómo funciona un artículo de investigación? Vas al campo, tomas muestras, vuelves al laboratorio, esperas reactivos y dinero, redactas el artículo, lo envías a la revista, te lo rechazan, otra lo acepta pero te dice que hagas cambios… E igual cuando te lo publican ya han pasado cinco años. Hay mucha diferencia entre ese día hace cinco años y el momento de la publicación. Como científico debes saber que es un conocimiento que la población merece tener.
¿Sirven las grandes promesas que se hacen en París, Kyoto o Bonn?
En el caso de Europa tiene truco, pero sí ha conseguido cumplir el protocolo de Kyoto antes de lo debido. Cuando digo que tiene truco es porque claro, deslocalizar las fábricas y enviarlas a China o Marruecos es lo que tiene. En el caso de París creo que por primera vez los objetivos son los buenos: un mundo descarbonizado, sin energías fósiles y no pasar de dos grados. Son los objetivos correctos. El problema son las herramientas, fundamentalmente porque no es vinculante y el único mecanismo sancionador es señalar a quien no cumpla y hacerle sentir vergüenza internacional, que en personas como Trump está claro que no funciona. Al final el problema de todo esto es que con lo que la gente se queda es que no será tan grave si no se ponen de acuerdo, que no se avanza suficientemente deprisa o que no valen para nada. Sí que funcionan en algunos casos y sí hay casos de éxito. Y por eso creo que contar las historias de éxito es muy inspirador.
«Si planteas el cambio climático como un problema irresoluble, o que depende solamente de las empresas o el gobierno, la gente se siente desmotivada para actuar»
¿Cuáles son los pasos que deben darse a nivel local para luchar contra el cambio climático?
Lo primero creo que son las alianzas entre ciudades, porque están llegando a más acuerdos que los países porque tienen correas de transmisión más directas y está habiendo cambios brutales en estos ámbitos, en demostrar que luchando contra el cambio climático las ciudades se pueden hacer más habitables y disfrutables. A escala de ciudad se pueden hacer cosas en materia de naturaleza urbana, movilidad y hacer presión como ciudadanos, que tenemos más poder que como consumidores. Porque podemos decirle a nuestro ayuntamiento que queremos que invierta en L’Horta, que apoye el relevo generacional y que esos productos vengan aquí en un canal de comercialización corto que minimice la huella de carbono y que apueste por el comercio local.
¿Cree que está consiguiendo que la gente entienda el cambio climático?
Creo que sí, al menos estoy bastante contento. Llevo más de treinta presentaciones, el libro va por la segunda edición, cosa que no es fácil en un país donde sólo el 3% lee en valenciano y además es un libro de ciencia. No sé, cuando te dan la contraportada en Levante llegas a miles de personas y cuando sales con Julia Otero la gente empieza a preguntar. Queda mucho por hacer y yo no soy el único, ni el mejor, ni tengo que cargar con toda la responsabilidad. Pero estoy muy contento porque veo que interesa y la gente es muy receptiva al mensaje porque es accesible y es esperanzador. Porque digo que hay una salida, que empieza por ti, que está a tu alcance y te doy la información para que puedas caminar hacia esa salida. Si tú dices que es un problema irresoluble o que si tiene una solución, está en manos de las empresas tecnológicas o de los gobiernos, la gente se siente desmotivada para actuar.
También he tenido la suerte de que, aunque ya no estoy en el Comité de Expertos en Cambio Climático, hablo con muchos políticos y noto que son receptivos. Cuando les dices que se puede hablar de algo en positivo o que lo pueden vender como algo bueno son muy receptivos. Al final estoy encontrando vías para colocar el mensaje, pero a mí no me importa que sea vía libro. A mí lo que me importa es que la gente hable de cambio climático. Como trabajador del Ayuntamiento mi objetivo es preparar la ciudad para que contribuya lo menos posible al cambio climático y se adapte a él, pero como divulgador mi objetivo es que la gente hable sobre cambio climático. Porque hablando viene la curiosidad, y de la curiosidad viene la información y la información, como dijo Bacon, es poder.