Entrevista a Maurizio Gotti
«Al hablar con la gente sobre temas médicos hay que utilizar un lenguaje diferente, sin banalizarlo»
Lingüista de la Universidad de Bérgamo (Italia) e investigador en discurso especializado
Maurizio Gotti dirige el departamento de Lengua extranjera, Lingüística y Comunicación en la Universidad de Bergamo (Italia). Una de sus áreas de investigación es la del lenguaje especializado, en la que ha publicado numerosas obras como Robert Boyle and the language of science (Guerini, 1996), Advances in medical discourse analysis: oral and written contexts, editado junto a Françoise Salager-Meyer (Peter Lang, 2006) o Insights into academic genres, junto a Carol Berkenkotter y Vijay Bhatia (Peter Lang, 2012). Este curso, Maurizio Gotti participó en unas jornadas de la Universitat Jaume I de Castellón dedicadas al discurso en contextos sanitarios y Mètode habló con él. Con motivo del número 86 de la revista, dedicado a la retórica de la ciencia, publicamos esta conversación.
¿Cuáles son las características del discurso especializado? ¿Por qué es importante su estudio?
Este campo es cada vez más popular en la lingüística por las expectativas de los estudiantes y por el papel que juegan los idiomas en el mundo. Ahora mucha gente, por supuesto, se interesa por estudiar otros idiomas por razones culturales o literarias, pero cada vez más los aprende porque los quiere utilizar en su profesión. Por eso hoy en día su enseñanza se encamina al estudio del discurso especializado. Pero después, como profesores universitarios, investigamos sobre los propios textos y encontramos aspectos muy interesantes. En mi ámbito, por ejemplo, analizamos el papel del inglés como lingua franca, sobre todo en investigación. Empezamos a interesarnos cada vez más y a tener cada vez más contacto con expertos sobre las publicaciones en inglés, que se han convertido en un aspecto importante para la gente de países no anglosajones. Ahora en muchos, muchos países, hace falta hablar inglés para poder publicar. La segunda cuestión es la que tiene que ver con los nuevos medios de comunicación, el hecho de que hay nuevos medios y, por lo tanto, nuevas formas de comunicación, así que los especialistas nos tienen más en cuenta porque ven que no están preparados para satisfacer las necesidades de los nuevos medios de comunicación. Esto ha traído consigo un nuevo tren, el de la interdisciplinariedad. No puedes hacer este tipo de trabajo simplemente mirando el texto, sin fijarte en lo que la comunidad hace y piensa.
Habla de nuevos medios de comunicación. ¿Cómo cambian estos la relación médico-paciente?
Bueno, por una parte el paciente es ahora más autónomo para recibir información, para informarse por expertos, para intentar encontrar respuestas a sus problemas, y en ocasiones, en la evolución de la comunicación, ha habido errores y problemas médicos, por lo que podemos debatir el papel del profesional o del superexperto. La gente ahora es todavía más crítica. Espera cosas mejores y esto cambia el rol de los propios pacientes y doctores. Y los médicos deberían darse cuenta de que ya no son privilegiados en su torre de marfil, sino que son parte de una comunidad que cada vez se fija más en su papel, especialmente si trabajan en el sector público, si son parte de un servicio nacional. No están ahí con afán de lucro personal, sino por los intereses de la comunidad.
¿Qué papel tiene el discurso especializado en la creación y consolidación de una nueva disciplina?
Es muy importante. El lenguaje no es estático, es dinámico, cambia continuamente de acuerdo a las necesidades de la gente. Si tienes nuevas ideas, una nueva epistemología, también necesitas nuevas formas de comunicación. Por eso hemos tenido evoluciones. Galileo escribió un diálogo sobre los grandes sistemas del mundo. ¿Quién escribe un diálogo hoy en día? O bien escribes un artículo o un libro o un blog, o un correo electrónico, pero dispones de diferentes formas. Y estas formas tienen su razón de ser en la necesidad. También en la evolución tecnológica, porque no podíamos contar con los correos electrónicos o los blogs si no teníamos Internet ni ordenadores.
Ha hablado de Galileo. ¿Piensa que la ciencia necesita más «galileos» que divulguen ciencia? Él escribió en su propia lengua.
Esto es fascinante. Mucha de esa gente ya no era solo que escribiese en determinada lengua sino que también hacía muchas referencias metatextuales. Yo podría aprender algo solo con observar lo que escribía Robert Boyle, lo que escribía Isaac Newton. Una nueva aproximación era que había que comentar las cosas tal y como se percibían. Muchas veces observaban cosas pero no podían explicarlas, por lo que reflejaban lo que veían en sus escritos. Muy a menudo eran conscientes de que estaban inventando cosas nuevas, no solo los instrumentos para observar la luna u otras cosas, sino la forma de hablar con otros, había otro tipo de preparación y esta gente tenía un interés más amplio por muchas ciencias. Tomemos, por ejemplo, a Boyle. Él escribió sobre el vacío, pero también sobre el lenguaje y sobre religión. No se llamaban a sí mismos científicos en aquel momento. Se consideraban filósofos. Así que su enfoque era bien distinto. Comenzamos a tener ciencia en el siglo XIX, cuando ya hay una especialización real. Pero en aquel momento, solo estaban observando lo que podían. Ahora eso no sería posible. Eso uno lo puede hacer, a lo mejor, al final de su carrera, cuando se tiene una visión más amplia, pero cuando uno empieza, se centra en un único aspecto, una única enfermedad, y trabaja veinte años con esa enfermedad que trata de explicar. Trabajas con el cáncer y dedicas tu vida al cáncer.
El conocimiento científico es cada vez más especializado. ¿Es más complicado ahora divulgar ciencia?
Sí, se ha hecho más difícil y ha traído consigo la aparición o extensión de subdisciplinas. Y las subdisciplinas también conllevan diferentes revistas. Una de las consecuencias, por ejemplo, es que ahora en realidad no puedes leer toda la literatura. Así que tienes que confiar más en los elementos textuales complementarios, como los resúmenes, que antes no existían; es decir, tratamos de estar informados con medios muy breves. Tienes que ser muy muy selectivo. Por supuesto, ahora tenemos toda esta tecnología para ayudarnos. Por ejemplo, con Google puedes escribir una palabra y te da millones de resultados.
La divulgación implica, en cierta medida, simplificar y renunciar a la exactitud de los conceptos pero los científicos entienden la necesidad de llegar a una audiencia más amplia. ¿Cómo pueden aunar estos dos puntos de vista?
La divulgación está en todos lados hoy en día porque hay algunos temas como la tecnología, la medicina, el medio ambiente o la economía que son muy relevantes para la gente. En el pasado, la gente podía vivir sin saber nada sobre estas cosas. Ahora parece que sus vidas están estrictamente conectadas a estos aspectos. Por lo tanto, la divulgación sigue ganando terreno, porque estas cuestiones están presentes incluso en revistas de éxito. El problema es que muy a menudo no se puede simplificar. Hace tiempo, se tendía a reescribir el mismo artículo de forma más sencilla, se concebía la divulgación como una especie de traducción. Traducción intralingüística. Tomabas un texto y lo hacías más simple. Ahora, en cambio, la idea es que se trata de una recontextualización total. El artículo se reescribe y reproduce para un nuevo público, pero esto ya no lo hacen expertos en ese ámbito, sino expertos en medios de comunicación, por lo que el texto tiene otros objetivos, además del puramente informativo. En ocasiones es el entretenimiento, en ocasiones es solo promocional, y esto ha desdibujado la línea de separación de los dos campos. Ahora, mucha gente lo ve como una ventaja, como una buena oportunidad para ampliar su audiencia, vender más, llegar a más gente. Por eso se corre el riesgo de que esta segunda parte, la del entretenimiento, la promocional, llegue a ser más importante que la informativa. Y el riesgo es mucho mayor ahora que no hay barreras para la información.
¿Cuál es su opinión sobre el discurso de los medios en temas médicos?
Es muy importante que, de alguna forma, no se filtre ni se controle, pero al menos se guíe o seleccione el contenido. Porque si se tiene información errónea y el acceso a ella es libre, yo no sé si la gente sabrá diferenciar lo que es fiable de lo que no lo es. Lo que es verdad de lo que no lo es. De alguna forma, debería haber una especie de guía en este sentido, se debería proporcionar algún tipo de información.
Los temas médicos son cada vez más complejos y los pacientes demandan información en términos sencillos. ¿Es posible combinar estos dos aspectos?
Es muy difícil. Muy pocos expertos consiguen presentar los datos de una forma más simple, mediante figuras retóricas como las metáforas. Se necesita, quizá, una especie de consciencia de que al hablar con la gente hay que utilizar un lenguaje diferente sin banalizarlo, sin decir nada erróneo, sino intentando utilizar imágenes de algún tipo, metáforas que puedan acercar a la gente y a sus vidas conceptos tan difíciles.
Las metáforas y otras figuras retóricas pueden ayudarnos a entender cuestiones médicas complejas, pero ¿pueden a veces contribuir a estigmatizar a los pacientes? Pienso, por ejemplo, en «perder la batalla contra el cáncer».
Por supuesto, la metáfora no es lo mismo que el término real. Siempre existe el riesgo de que al dar un mensaje se pierda la perfección de la idea, que el resultado sea menos claro que antes, porque esa es la característica principal del discurso especializado, ser preciso. No hay ninguna manera de parafrasear o reformular un discurso especializado sin hacerlo diferente. Esto es el lenguaje general. En el lenguaje general se pueden utilizar dos o tres términos distintos para el mismo concepto. En el discurso especializado normalmente existe un único concepto por término, por lo que cualquier otra palabra será menos clara. Es una especie de reformulación, de generalización, una forma de construir un puente entre el experto y el profano.
¿Cuál es el papel de la tecnología en el discurso médico actual?
Cada vez mayor. Por ejemplo, en mi universidad ahora se está creando un grado en ingeniería aplicada a hospitales. Piense que la tecnología se ha convertido en algo muy importante. No es un powerpoint o un ordenador que pueda manejar un médico. Es muy complejo, hace falta un técnico. La tecnología es muy importante porque puede ayudar mucho a la medicina, se pueden descubrir muchas más cosas con las máquinas adecuadas.
¿Y todo esto queda reflejado en el discurso médico?
Exactamente. Esto crea flujos interesantes. Por ejemplo, algunas palabras que formaban parte exclusivamente del mundo de la ingeniería pasarán al de la medicina porque cuando dos grupos están trabajando juntos, es habitual que exista un intercambio. Si se construye una nueva figura o disciplina, se enriquecerá también el lenguaje del médico.