Los armarios de la ciencia

El LGBTSTEM Day celebra la diversidad sexual y de género como herramienta para mejorar la ciencia

507 son los nanómetros que mide la longitud de onda del verde –la naturaleza– que da color a la cuarta franja de la bandera LGTBI, un símbolo que empieza, de arriba a abajo, con un rojo –la vida– de 705 nanómetros. Se da la casualidad de que las dos cifras sirven para representar el mismo día del año, el cinco de julio, en nuestro formato habitual y en el sistema ISO respectivamente. Un dato que los integrantes de la organización Pride in STEM escogieron en 2018 con bastante ingenio para celebrar el primer Día Internacional de las Personas LGTBI+ en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.

Este LGBTSTEM Day celebra este año su segundo aniversario con el mismo objetivo con el que nació, el de visibilizar a las personas con identidades afectivo-sexuales y de género no normativas en la comunidad científica y señalar también los obstáculos a los que se enfrentan en su lugar de trabajo. Motivos, no faltan. Los datos dibujan un escenario complejo, con referentes escasos y presencia reducida en comparación a la situación de los colegas heterosexuales y cisgénero, y apuntan a una incapacidad manifiesta de estos compañeros para conseguir hacer del laboratorio un lugar suficientemente seguro como para no condenar a las personas LGTBI a permanecer dentro del armario.

«Las formas que toma la LGTBIfobia en la ciencia son casi incontables, y están tan arraigadas en nuestro día a día que cuesta ser consciente de ellas»

Bien visto, las formas que toma la LGTBIfobia en la ciencia son «casi incontables». Así lo expresa Sassy Science, el alter ego drag del estudiante de doctorado asturiano Mario Peláez y con el que se ha introducido en el mundo de la divulgación científica. «A veces, estas actitudes están tan arraigadas en nuestro día a día que cuesta ser consciente de ellas», dice, y no le cuesta demasiado nombrar un buen puñado de ejemplos: tener un jefe con prejuicios, ser tratado con condescendencia por ser femenino, soportar bromas de mal gusto o que asuman que es gay por su manera de ser; él, en realidad, es abiertamente bisexual.

Acceso y presencia

Las diferencias entre las personas que pertenecen al colectivo LGTBI y las que no empiezan a florecer al dar los primeros pasos por el camino profesional de la ciencia. En la universidad, lesbianas, gays y bisexuales son menos propensos a permanecer en las áreas STEM según una investigación publicada en Science Advances. El estudio cruza resultados de dos encuestas de estudiantes universitarios norteamericanos para llegar a esta conclusión, una tarea difícil, tal como argumenta su autor Bryce Hughe, debido a la falta de datos disponibles: la gran mayoría de encuestas de la comunidad universitaria no incluye preguntas relacionadas con la orientación sexual e identidad de género de sus participantes.

De la misma manera, al trabajo de Hughe cabe añadir otra limitación: no contempla la presencia de personas transexuales. Una publicación de The Lancet pone de manifiesto cómo de complicado puede ser para una mujer transexual vivir con dignidad –ya no digamos desarrollar una carrera científica, cuando el mero hecho de finalizar la formación obligatoria puede suponerle un calvario. Con estas condiciones de partida sobre la mesa, quizás no hacen falta los datos de Hughe para concluir que la presencia de este colectivo será, sí o sí, inferior. Pero estas extrapolaciones continúan siendo insuficientes. Sin estudios, estas situaciones no se pueden corroborar, y sin certeza científica, es complicado justificar la necesidad de estudiar estas realidades, una paradoja que el mismo Hughe ha remarcado y que deja estancado el conocimiento.

La escasa investigación en materia de diversidad afectivo-sexual y de género en STEM tampoco puede justificarse con este contrasentido. Es habitual asociar la ciencia con la objetividad que garantiza el método científico pero las personas que «la hacen» no están libres de sesgos y subjetividades, y así lo explica la propia ciencia. En su último número dedicar a la mujer en STEM, The Lancet publicó un artículo que demostraba la existencia de sesgos de género a la hora de acceder a financiación para llegar a cabo investigaciones. Este mismo sesgo fue el que encontró un segundo estudio publicado en Nature, en este caso de tipo racial. No se puede saber si esta tendencia se repite o no en la comunidad LGTBI porque no se ha investigado nada al respecto, no hay datos, pero con estos precedentes cuesta pensar que no sea así.

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The Lancet publicó un artículo que demostraba la existencia de sesgos de género a la hora de acceder a financiación. No se puede saber si esta tendencia se repite o no en la comunidad LGTBI porque no hay datos al respecto. / Miguel Lorenzo

Si la objetividad es el principal valor de marca de la ciencia, la meritocracia es el siguiente, o eso dicta el estereotipo. Un científico vale lo que valen sus publicaciones. Financiación, colaboraciones, contratos… todo está en juego en un mundo tan competitivo como el de STEM en el que estas decisiones dependen del juicio de otras personas, y las investigadoras e investigadores LGTBI pueden preferir esconderse por miedo a verse expuestas a posibles sesgos que pongan en peligro su desarrollo profesional. Es por esta razón que Sassy Science admite haber «tenido suerte» al contar con compañeros y superiores respetuosos en el Instituto de Nanociencia de Aragón, donde desarrolla su tesis: «Digo «suerte» porque estas personas tienen un poder directo sobre mi futuro y mi carrera».

Esta estrategia de autodefensa laboral –quedarse dentro del armario– no está al alcance de todo el mundo. Helena García es doctoranda en Bioinformática por la Universidad de Zaragoza y se declaró abiertamente mujer transexual en su laboratorio cuando empezó la terapia hormonal, una transición física difícil de esconder. Como Sassy Science, dice sentirse afortunada: «En mi grupo me siento segura, pero sé con certeza que no me habría pasado lo mismo con gente de otros laboratorios».

«En el Estado español, la mayoría de las instituciones guardan silencio frente a las ideas que plantea la extrema derecha a pesar de ser frontalmente contrarias a la evidencia científica»

El lugar de trabajo puede ser particularmente complicado para las personas LGTBI. Se trata de un ambiente en el que la «verdad científica» suele estar por encima de detalles personales que, además, pueden determinar su futuro profesional. Según un estudio realizado por el Institute of Physics, la Royal Astronomical Society y la Royal Society of Chemistry anglosajonas sobre la situación de las personas LGTBI que se dedican profesionalmente a la física, una de cada cuatro no se siente segura en el trabajo y ha considerado dejarlo, una cifra que aumenta hasta el 32% cuando se trata de personas transexuales o de género no binario. De la misma manera, la frecuencia con la que viven situaciones de exclusión duplica la de sus compañeros no LGTB.

La falta de empatía del resto de la comunidad científica es también descorazonadora. Es el caso, por ejemplo, del próximo Congreso Internacional de Matemáticas 2022 programado en San Petersburgo y que corre el riesgo de ser boicoteado por los invitados LGTBI, atemorizados por la posibilidad de ser arrestados por las autoridades rusas. En el Estado español, por su parte, la mayoría de las instituciones guardan silencio frente a las ideas que plantea la extrema derecha a pesar de ser frontalmente contrarias a la evidencia científica.

Hacerse visible

La vida de alguien que mantiene en secreto su orientación afectivo-sexual o identidad de género puede ser solitaria y agotadora, afectando así a su salud mental. «El día a día en el laboratorio es bastante duro, y el hecho de guardarte una cosa como esta todavía te quema mucho más. Termina repercutiendo en tu trabajo», admite Helena, que en su segundo año de doctorado acaba de abrirse a todo su equipo hace tan solo un par de meses. «Salir del armario te aporta confianza y hace que te encuentres más cómoda en un sitio en el que diariamente pasas tantas horas. Eres más productiva», dice. Y la ciencia coincide. Diversos estudios muestran cómo la diversidad fomenta la creatividad, diligencia y capacidad de adaptación de los equipos de trabajo, favoreciendo y potenciando una innovación que muchas veces no es solo deseable, sino también imprescindible: Este artículo publicado en Nature expone, por ejemplo, la necesidad de contar con personas transexuales y de género no-binario para poder diseñar campañas de comunicación sanitaria efectivas.

Presentación de la Asociación PRISMA en Madrid. / Foto: @PRISMAciencia

La existencia de referentes abiertamente LGTBI és indispensable para inspirar valentía en quienes todavía no se han atrevido a dar el paso, y en ciencia, este es uno de los problemas más graves. «La falta de referentes nos hace pensar que las personas como nosotres no tienen cabida en el mundo científico», dice Sassy Science. En el caso de Helena, sus referentes no pertenecen al campo STEM, donde se encuentra muchas veces perdida como mujer transexual: «No tienes a nadie que te guíe, no sabes qué pasos debes seguir», explica en relación a asuntos burocráticos derivados de su cambio de nombre. ¿Cómo puede actualizar sus datos personales en la universidad? ¿Tendrá que volver a pagar sus títulos de grado y máster? ¿Puede suponer un problema a la hora de realizar estancias en el extranjero? «Todo esto da miedo, es un futuro muy incierto».

«La falta de referentes nos hace pensar que las personas como nosotres no tienen cabida en el mundo científico»

Si hasta ahora no han habido referentes científicos LGTBI, ha llegado el momento de construirlos. Este es uno de los objetivos que se ha marcado la recientemente presentada en sociedad Prisma, Asociación por la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación –un proyecto pionero en España–, para favorecer el acceso de personas LGTBI en STEM. Una inclusión que no será posible sin la colaboración del resto de la comunidad científica. Suya es la tarea de conseguir hacer del laboratorio un lugar seguro, y la Royal Astronomical Society sugiere algunas recomendaciones: establecer unas políticas de acoso claras en el lugar de trabajo, recibir formación específica, generar oportunidades para compartir los pronombres con los que dirigirse entre compañeros o incluirlos en las firmas de los correos electrónicos… Gestos sencillos que no dependen de grandes recursos y que pueden marcar la diferencia en la ciencia y la sociedad del futuro más próximo.

El LGBTSTEM Day celebra la diversidad sexual y de género en el mundo de la ciencia, una aceptación y visibilización del colectivo LGTBI en los laboratorios que los estudios señalan como herramienta indispensable para realizar investigaciones de calidad.

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Periodista, revista Mètode.