Un futuro de síntesis
Biología sintética y vida artificial, a debate en la Universitat de València
¿Qué es la biología sintética? ¿Qué la diferencia de los organismos genéticamente modificados? ¿Sus posibles aplicaciones conllevan algún riesgo para la salud humana o el medio ambiente? ¿En qué estado de desarrollo se encuentra este campo emergente de la investigación científica? Estas preguntas y otras se plantearon en la mesa redonda «Biología sintética y vida artificial», celebrada el pasado martes 30 de octubre en la Capilla de la Sapiencia de la Nau. El debate se enmarcaba en la reunión inaugural del proyecto europeo BioRoboost, que tuvo lugar los días 30 y 31 de octubre en la Casa de la Ciencia del CSIC en Valencia. BioRoboost entra dentro del marco de financiación Horizonte 2020 de la Unión Europea, y en él participarán 27 socios provenientes de Norteamérica, Asia y la Unión Europea, entre los que se encuentra el Instituto de Sistemas y Biología Integrativa (I2SysBio) de la UV.
Los encargados de tratar de resolver estas cuestiones fueron Víctor de Lorenzo, investigador del Centro Nacional de Biotecnología – CSIC; Ana Delgado, profesora del Centro TIK de Tecnología, Investigación y Cultura de la Universidad de Oslo; el director del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, Luis Serrano; María Lluch, investigadora de este mismo centro, y Cristina Vilanova, directora científica de la empresa valenciana Darwin Bioprospecting Excellence. Manuel Porcar, investigador del I2SysBio, condujo un debate que contó con la participación activa del público mediante preguntas y reflexiones.
Una definición hecha con pies de plomo
Una de las cuestiones claves que surgen cuando se habla de biología sintética es cómo definirla, y qué diferencias presenta con un área hermana de gran relevancia: la ingeniería genética. En este sentido, los participantes en la mesa aportaron matices importantes. Para el investigador Víctor de Lorenzo, la biología sintética consiste sobre todo en «mirar los sistemas vivos desde la ingeniería» y considerar su lógica funcional, para así poder «programar cosas que la naturaleza no ha hecho». Por su parte, Luis Serrano apuntó que «diseñar un ser vivo desde cero», que no existe previamente, sería «el sueño de todo biólogo sintético», aunque todavía es un objetivo lejano.
«Para el investigador Víctor de Lorenzo, la biología sintética consiste sobre todo en «mirar los sistemas vivos desde la ingeniería»»
La controversia que suele rodear los organismos genéticamente modificados, las connotaciones negativas que se asocian con lo «artificial», la carga ideológica que puede tener el hablar de diseño de seres vivos… Son cuestiones que pesan a la hora de definir la biología sintética y divulgarla al gran público, tal y como debatieron los integrantes de la mesa. De hecho, Manuel Porcar recordó una cita del profesor del MIT Kenneth Oye, según el cual el término biología sintética «parece hecho a posta para crear polémica». Evitar el rechazo social antes incluso que la disciplina tome alas definitivamente es sin duda un objetivo deseable, para el que «se necesitarán muchas charlas como esta», señaló Porcar.
Percepción social versus realidad científica
El surgimiento de una nueva tecnología siempre comporta la aparición de nuevas preguntas y preocupaciones: ¿qué efectos puede tener un organismo creado de manera artificial si es «liberado» en la naturaleza? ¿Es posible crear un ser vivo inteligente desde cero? De extremo a extremo, parece que de momento estas cuestiones están muy alejadas del estado actual de la biología sintética. En palabras de Víctor de Lorenzo, es una disciplina que se encuentra «en la infancia», todavía tratando de llenar muchas lagunas de conocimiento biológico. Estuvo de acuerdo con el Luís Serrano, que además apuntó a que probablemente se llegue antes a la inteligencia artificial mediante la robótica que por vía de la biología sintética. «Diseñar un organismo que termine con la humanidad es complicado, aunque quisiéramos hacerlo», añadió en tono humorístico.
Por otra parte, también se señaló que los posibles efectos de un organismo artificial en la naturaleza no tienen por qué distar mucho de los de uno natural. María Lluch, del Grupo de Diseño de Sistemas Biológicos del CRG, recordó que hoy en día, diariamente, utilizamos bacterias para que cumplan propósitos decididos en un laboratorio, como es el caso de las vacunas, y que siempre se trabaja con circuitos de bioseguridad para controlar las funciones de estos organismos. En este sentido, señaló como una de las perspectivas de futuro el avance en modelos computacionales; es decir, diseñar células vía ordenador para estudiar si los modelos a los que se aspira son viables, técnica que supondrá menos gasto y menos riesgos.
Por su parte, Ana Delgado remarcó que el origen de la biología sintética se encuadra en el seno de movimientos a favor del conocimiento libre y de acceso abierto, «una nueva manera de hacer biología», que apuesta por compartir información en favor del progreso y la transparencia, aspectos que pueden repercutir positivamente en la percepción del público de esta disciplina
Primero, las bacterias
Fue la misma Ana Delgado quien apuntó a un posible «hype» o sobreexitación respecto a lo que la biología sintética puede conseguir a corto plazo, palabras que fueron corroboradas por los compañeros de mesa. Si antes se había hablado del miedo a que bacterias artificiales provoquen catástrofes en el entorno natural, Víctor de Lorenzo, que actualmente trabaja en proyectos de bioregeneración mediante el uso de bacterias, explicó que uno de los problemas con los que se encuentran es que, precisamente, las bacterias que liberan para que degraden agentes contaminantes «no hacen nada de nada». De momento.
María Lluch también habló de su investigación actual, que gira entorno a los llamados «organismos mínimos». Mediante su estudio, esperan encontrar soluciones a enfermedades como, por ejemplo, las que afectan los pulmones. «La ingeniería de bacterias puede ser una nueva forma de terapia», según afirmó. Luís Serrano añadió a modo de conclusión: «Este campo puede ayudarnos a ir hacia una nueva sociedad, ya que también nos permite revisitar los productos químicos sobre los que se basa».
Un campo, por tanto, tan lleno de retos y posibilidades como la vida misma.