La realidad a veces se empeña en no encajar con las expectativas. Después de un año muy duro, ahora lo que queremos es olvidar el virus e irnos de vacaciones. Los indicadores, a primera vista, avalan la relajación: los contagios están en unos niveles que no se habían visto desde el mes de agosto pasado, los ingresos se reducen, la mortalidad ha llegado a mínimos y la vacunación avanza a buen ritmo. Parece un buen momento para planear dónde iremos en verano. Pero, a pesar de la mejora evidente, la espada de Damocles todavía pende sobre nuestras cabezas.
Fijémonos en el Reino Unido. A principios de abril, la media de casos por semana había bajado a 24 por millón (España tenía casi ocho veces más) y había un 50 % de la población con al menos una dosis de vacuna (solo un 12 % en España). Esto hizo que el gobierno anunciara el final inminente de todas las restricciones, que se programó para el 21 de junio. Entonces apareció un factor inesperado: la variante delta, identificada por primera vez en la India. Debido al vínculo del Reino Unido con este país, la variante más contagiosa llegó rápidamente a las islas y se fue convirtiendo en dominante, hasta representar más del 75 % de los casos. A mediados de mayo, después de un mes de estabilidad que invitaba al optimismo, los casos volvieron a subir. Actualmente han superado los 85 por millón, que no es mucho (similar al que hay en España), pero existe una preocupante tendencia al alza.
¿Qué ha fallado en el Reino Unido? Se ha hecho lo que hacía falta (confinamiento durante los primeros meses del año, incremento de tests, vacunación a toda velocidad…), pero no se preveía que aparecería una variante que desmontaría todos los planes. ¿Europa debería preocuparse? Con las vacaciones a la vuelta de la esquina y el sentimiento de euforia por haber doblado la última oleada, los meses de verano serán la tormenta perfecta para favorecer la circulación de la variante delta por el continente. Si al Reino Unido, teniendo cuidado y con un 60 % de la población vacunada, se le ha descontrolado la pandemia, ¿que pasará en el sur de Europa con las restricciones al mínimo y un nivel de inmunización más bajo?
«La aparición de nuevas variantes más agresivas existirá mientras el nivel de inmunización en el planeta no alcance unos mínimos»
Es cierto que en el Reino Unido los ingresos todavía han aumentado poco y la mortalidad sigue estancada, cosa que demuestra que la vacunación funciona, pero no tenemos que despreciar los otros problemas que causa la COVID-19 (la forma persistente podría afectar hasta un 10 % de las personas infectadas). El objetivo tiene que ser minimizar contagios. Recordemos que parece que una sola dosis de vacuna no es suficiente para parar la variante delta, y esto querría decir que el 75 % de los españoles son susceptibles actualmente de enfermar.
Es un buen momento para pedir un poco de prudencia. De hecho, la prudencia no la tendríamos que abandonar hasta que se acabe la pandemia, porque la aparición de nuevas variantes más agresivas existirá mientras el nivel de inmunización en el planeta no llegue a unos mínimos (que podrían ser del 80-85 % de la población). Del mismo modo que la variante alfa (también conocida como británica) se esparció como el fuego y ahora la delta parece que la desplazará, esto se podría ir repitiendo a lo largo de los próximos meses con virus cada vez más infecciosos.
Por eso sería importante priorizar la vacunación en los lugares que todavía están en porcentajes bajos, no solo por las cuestiones obvias de ética y justicia, sino también por puro egoísmo: cuanto más circule el virus, más riesgo hay de que mute. Según la Organización Mundial de la Salud, nos acercamos a los 2.000 millones de vacunas administradas, y solo el 0,3 % han ido a parar en los países pobres. Mientras Europa y los Estados Unidos se plantean vacunar a los adolescentes antes del principio del curso escolar para acabar de frenar la transmisión comunitaria, en muchos países las poblaciones con riesgo de morir de COVID-19 todavía no están protegidas. Desde el punto de vista global, quizás nos estamos equivocando de estrategia.
La realidad, pues, es que todavía estamos en plena pandemia, y que lo estaremos durante una buena temporada. Continuemos con el optimismo, pero con precaución: que la situación sea buena no quiere decir que no pueda empeorar de repente. Seamos conscientes… y disfrutemos del verano tanto como sea posible.