Itinerantes, desplazados, migrantes

Recuperamos el monográfico de Mètode en el Día Mundial del Refugiado  

En Itinerancias: Dispersión, Migración, Diáspora (primavera 2014) asumimos (Ester Desfilis y Domingo Pujante) el arriesgado reto lanzado por Mètode de abordar de manera contrastiva los desplazamientos animales y humanos para demostrar que, a pesar de las grandes diferencias y aproximaciones desde los distintos campos de las ciencias naturales, sociales y humanas, el movimiento y la búsqueda de un entorno favorable, individual y grupal, es el principio básico de la vida en nuestro planeta.

El tema de las migraciones humanas está obviamente de candente actualidad. Nuestras preocupaciones actuales, dentro del ámbito de las ciencias humanas y del Grupo de Investigación HYBRIDA (Hibridaciones culturales e identidades migrantes) se centran en indagar en nuevas formas de creación que tienen como motor nuevas identidades, diaspóricas o transfronterizas, surgidas del contacto de diferentes culturas, como consecuencia de los procesos migratorios, tomando como referencia los estudios culturales, poscoloniales, de género y sexualidad. Las migraciones, voluntarias o forzosas, son un fenómeno complejo y dinámico que provoca transformaciones sociales, culturales e identitarias en las personas migrantes y en las sociedades receptoras, contribuyendo, por lo tanto, a la diversidad, a la modificación de los patrones y a la evolución de las manifestaciones culturales en sentido amplio.

Esta evidencia parece no encontrar una respuesta sociopolítica adecuada. Es fácil constatar que las necesidades demográficas y de mano de obra de los países «ricos», así como el derecho de millones de personas a buscar una vida más digna, activan la mayoría de los actuales movimientos migratorios, aparte de la complicada realidad de los refugiados. Las reacciones a este fenómeno han sido diversas, pero sin duda, incentivadas por las crisis actuales de distinta índole y los discursos del miedo, las que han tenido un mayor calado han sido las de rechazo a los inmigrantes –especialmente a los musulmanes– por poner en «peligro» las convicciones occidentales.

Asistimos a una proliferación por doquier de muros de la infamia, reales e imaginarios. Hoy en día, en plena era global, de la «sobremodernidad» (Marc Augé) y de la «metaciudad» (Paul Virilio), transcurridos más de tres lustros del siglo XXI, los continuos flujos migratorios son una durísima realidad cotidiana para muchas personas que arriesgan su vida, aparentemente desprovista de valor, por el espejismo de la tierra prometida. Sus derechos se rigen supuestamente por criterios solidarios y universales propios de países, antiguos colonizadores, creadores, defensores y guardianes de los derechos humanos, pero en realidad dependen de sus pasaportes y del color de su dinero. El único viaje que parecen tener garantizado por los engranajes sociopolíticos actuales es el de vuelta en el mejor de los casos o pasar a engrosar el inmenso osario que yace en nuestros mares. Horrible contradicción y vergüenza para la historia.

© Mètode 2017

Profesor titular del departamento de Filología Francesa e Italiana. Universitat de València.