Una epidemia como la vivida puede hacer que salgan los peores miedos. El cine y la literatura han empleado este miedo para construir guiones donde una epidemia es el centro de la historia o la excusa de fondo.
Esta sección de Mètode cumple veinte años de existencia. Para celebrarlo me parecía interesante recuperar un tema del que hablé en el número 34: las nebulosas planetarias.
Me planteo escenas de mundos casi apocalípticos y distópicos, basadas en el imaginario colectivo creado por libros y películas de ciencia ficción. ¿Cuál es el límite?
Los oasis son lo que son, pero el desierto que los rodea nos hace percibirlos como fastuosos. Vivimos en un universo de oasis mentales y otorgamos a las cosas no el valor que tienen, sino el valor que querríamos que tuvieran.
El uso de un flash externo situado en posición cenital, acompañado de una alta velocidad de disparo, me permitió congelar uno de los lengüetazos quimiosensoriales.
El último brote de listeria puso de actualidad una dolencia que habitualmente no ocupa grandes espacios en los medios de comunicación, pero que actúa continuamente y afecta a muchas personas, y causa incluso la muerte en algunos de los casos. Estas bacterias pueden convertirse, por lo tanto, en «asesinos inocentes».
Alicia hace un viaje en el que aparecen peculiares personajes que le dicen lo que tiene que beber o comer. ¿No parece todo eso un viaje psicodélico inducido por las drogas?
Estamos, efectivamente, en una emergencia. Que a nadie le quepa ninguna duda. Pero si hay algo que paraliza todavía más que no asumir la situación en que nos encontramos es decir que nuestra casa está en llamas y a continuación ponernos a ver, tranquilamente, la televisión.