Los crímenes violentos que cometen las personas comunes son, en la mayoría de los casos, el resultado de la puesta en marcha de la agresión afectiva (también conocida como agresión impulsiva o reactiva).
Cuando soñamos, el área encargada de tareas cognitivas superiores y complejas está inhibida, lo que contribuye a la aparición de fantasías alejadas de la realidad y a la falta de coherencia y lógica típica de los sueños.